Padres de familia numerosa

Por hola.com

Cristina tenía la presión de que la prensa malograra su noviazgo y, siguiendo el ejemplo de su hermana Elena, que pudo salirse con la suya hasta el último momento -el anuncio de su compromiso sorprendió a todos los españoles- decidió llevar su historia de amor en el más absoluto de los secretos. Ausencia de citas en locales de moda, restaurantes o espectáculos multitudinarios; y la necesidad de ocultar sus verdaderos sentimientos haciendo la misma vida que llevaba antes de conocer a Iñaki Urdangarín. Trabajo, comidas con compañeros, cenas con amigos, actos oficiales. Durante meses, ni una evidencia, ni un solo signo exterior de que algo estaba cambiando.

Petición de mano, en Zarzuela
Con su traje de chaqueta blanco inmaculado, la [infanta Cristina] descubrió su corazón y sus sentimientos. Con los jardines de Zarzuela por testigo y, ante toda la familia, además de los fotógrafos, que inmortalizaron el momento con sus cámaras, doña Cristina y su prometido pasearon de la mano entre los árboles y dejaron atrás, para siempre, la dura etapa de mantener su noviazgo en secreto. La de esconderse tras los ojos del mundo, siempre escudriñadores. Porque, aunque la Casa Real había anunciado días antes su compromiso, no fue hasta mediados de mayo de 1997, fecha oficial del compromiso, cuando la Infanta y don Iñaki aparecieron, por primera vez, juntos. Los duques de Palma se casaron el cuatro de octubre de 1997 en la catedral de Barcelona. Ciudad en la que establecen su residencia, después de la boda. Doña Cristina volvió a su trabajo como coordinadora de programas del Tercer Mundo de la Fundación de La Caixa e Iñaki Urdangarín con su equipo de balonmano. Un club que abandonaba, después de haber conseguido la medalla de bronce en Sidney.

El veintinueve de septiembre de 1999, nacía en la clínica Teknon de Barcelona, Juan Valentín de Todos los Santos y su padre, el duque de Palma, se refería a ese instante como, "...diez minutos que nos han cambiado la vida" y "la sensación más bonita vivida por ambos". El seis de diciembre del año 2000, un nuevo varón, Pablo Nicolás, llegaba al mundo en el mismo centro. Iñaki Urdangarín, una vez más, se dirigió a todos los medios de comunicación para contarles que, la experiencia de ayudar a nacer a su hijo con sus propias manos, había sido única y maravillosa. El 30 de abril de 2002 lo hacía el tercero de sus hijos, que recibirá el nombre de Miguel.