Primer viaje oficial de Mary Donaldson como Princesa de Dinamarca

Por hola.com

Con aires de fiesta, la ciudad de Nuuk en pleno salió ayer a la calle para recibir a los príncipes Federico y Mary a su llegada a la capital groenlandesa, con ocasión del 25º aniversario de la autonomía de la isla escandinava. Una visita que constituye la primera parada del tour que la pareja realizará a lo largo de las próximas semanas por Dinamarca y Groenlandia. También, su primer baño de multitudes como Herederos.

El viento gélido con que amaneció ayer Nuuk no empañó el cálido recibimiento que sus ciudadanos dispensaron a los Príncipes. Ni tampoco el hecho de que el día anterior, los groenlandeses ya hubieran salido de sus casas para dar la bienvenida a la reina Margarita y a su esposo, el príncipe Enrique. Ante la llegada de los príncipes Federico y Mary, los espectadores volvieron a tomar la ciudad; la mayoría aguardaban en el muelle donde desembarcaría la pareja real o en los balcones de las casas aledañas al puerto. Los menos se subieron a las montañas para ver a la pareja desde el sur. No obstante, los esfuerzos valieron la pena a los miles de groenlandeses congregados. El príncipe Federico y la princesa Mary correspondieron a las muestras de cariño saludando a los asistentes durante largo rato desde la alfombra roja.

"¡Mary, Mary, Mary!"
El revuelo que despertó la [princesa Mary] vestida con el traje tradicional de Groenlandia, regalo de bodas de la ciudad de Nuuk, fue comparable al que provocó el día de sus nupcias, el pasado 14 de mayo, cuando salió del coche con el vestido de novia. Y, como aquel, también éste es absolutamente único y lleva muchas horas de trabajo detrás de cada puntada. El resultado ha sido, pues, un traje regional excepcional, calificado en los rotativos autóctonos como el más hermoso de todos los tiempos. Quince experimentadas costureras groenlandesas han confeccionado, durante más de dos meses, las 25 piezas que lo componen.

El [príncipe Federico] estaba visiblemente contento de regresar a Groenlandia, donde vivió hace años una de sus experiencias más excitantes al recorrer el norte de la isla a bordo de un trineo arrastrado por 14 perros. Pero esta ocasión era, si cabe, mucho más especial, pues la compartía con su esposa, la princesa Mary. De hecho, su sonrisa era más amplia que entonces, sus ojos más alegres y se encontraba mucho más cómodo con la expectación que despertaba entre los ciudadanos groenlandeses. Ahora, compartida con Mary. Era a ella, en realidad, a quien el público quería ver más que a nadie y a la que, nada más desembarcar, los ciudadanos de la isla jalearon con un "¡Mary, Mary, Mary!".