Las estampas más cálidas de los príncipes Felipe y Matilde suceden a pocos grados de temperatura en Rusia. Los herederos de los belgas se encuentran en el país euroasiático para emprender una visita oficial de marcado carácter comercial. Pero la frialdad de los números (acuerdos financieros, firmas de contratos y demás) compartió protagonismo con el calor de los sentimientos (continuas muestras de cariño y gestos de complicidad), en este viaje cuyo objetivo es promocionar las relaciones bilaterales como socios económicos.
Felipe y Matilde de Bélgica, dos de los príncipes europeos más reservados y contenidos en sus apariciones públicas, se mostraron de lo más cariñosos prodigándose miradas y besos, ajenos a todos los presentes, durante su visita a varios emblemáticos lugares de la capital rusa. Los herederos han aprovechado los pocos huecos libres de su apretada agenda para hacer turismo y disfrutar de las bellezas rusas entre mimos. Como cualquier pareja enamorada. Visitaron ayer el Monasterio Novodévichi, una de las atracciones de la ciudad y Patrimonio de la Humanidad, donde pudieron contemplar la importante colección de arte que allí se conserva, y la princesa acudió también al Galina Vishnevskaya Opera Centre, institución moscovita en la que se forman futuras estrellas de la ópera.
No fueron las imágenes turísticas de la pareja los únicos testimonios de afectos. Mientras el príncipe Felipe asistía a seminarios y reuniones comerciales, su esposa ha participado en actos de carácter social, especialmente dedicados a la infancia, uno de los puntos más importantes de su agenda. Así, la princesa recibió una cálida acogida en las instalaciones del proyecto Social Inclusion en Moscú, una iniciativa que ofrece ayuda a personas con discapacidad intelectual severa. La Heredera conversó con los pacientes y al terminar recibió una cesta con regalos para sus hijos, un detalle que la emocionó visiblemente.
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