Alberto II de Bélgica, acompañado por el primer ministro Yves Leterme, se trasladó este lunes de urgencia a la localidad belga de Buizingen, a las afueras de Bruselas, donde ese mismo día por la mañana 18 personas habían fallecido y otras 171 resultaron heridas en un choque de trenes de pasajeros. El soberano, visiblemente conmocionado, departió con los responsables de los servicios de urgencia mientras contemplaba los restos de los convoyes.
Tanto el Rey de los belgas, que tuvo que interrumpir sus vacaciones en el sur de Francia, como Yves Leterme, que suspendió una visita a los Balcanes, recibieron muestras de solidaridad de mandatarios de todo el mundo por esta tragedia. Entre ellas, la del presidente francés, Nicolás Sarkozy; la del primer ministro británico, Gordon Brown; o la de Beatriz de Holanda.
Un día después del suceso, y mientras las autoridades belgas continúan investigando las causas, los chóferes de los trenes belgas han iniciado una huelga que ha generado más interrupciones en los servicios locales e internacionales. Y es que este ha sido el accidente con más fallecidos en la historia ferroviaria belga, después del que registró el mismo número de víctimas a causa de un descarrilamiento en 1974.
