Felipe de Bélgica: 'Mi esposa, Matilde, me hace cada día más feliz'

Por hola.com

Tres meses después del nacimiento de su segundo vástago, la princesa Matilde de Bélgica, esposa del príncipe heredero Felipe, ha reanudado con toda intensidad sus obligaciones oficiales. Ha abandonado los aposentos de Palacio, donde quedan sus dos hijos, Elisabeth y Gabriel, para arropar a su marido, como acostumbra siempre, en cada uno de sus compromisos públicos. Tal y como ocurrió durante el viaje de Estado de la pareja a Polonia, de cinco días de duración, desde el pasado 16 al 21 de noviembre. Una visita oficial en la que, además de su idílica unión, doña Matilde puso de manifiesto nuevamente su carisma, estilo y elegancia, que tantas muestras de admiración ha provocado en todo el mundo.

Muy elegante
Unas jornadas en las que los Príncipes, acompañados por varios miembro del Gobierno belga, así como de una delegación comercial, se han dedicado a promover la imagen de Bélgica en Polonia, participando, entre otros actos, en una serie de seminarios temáticos sobre medio ambiente, construcción, arquitectura y reconversión industrial, para las empresas belgas en colaboración con la Cámara de Comercio Exterior de su país.

Sus anfitriones honraron a los príncipes Felipe y [Matilde de Bélgica] con una espectacular cena de gala, celebrada en Varsovia, en la que una vez más la futura Reina de los belgas destacó por su belleza y elegancia. Lució un conjunto, muy de su estilo -marcado por la sencillez, aunque con concesiones a la moda del momento-, compuesto por un pantalón beige recto y muy ancho; un cuerpo de encaje semitransparente, con escote barco y adornos de pedrería, y un abrigo de corte oriental de color caldero tornasolado. Asimismo, la princesa Matilde llevaba como complementos un bolso de mano, a juego con el pantalón, unos llamativos pendientes largos con numerosas cuentas, tan de moda últimamente, con una sortija a juego sobre la que iba engarzada una gran piedra preciosa.

Traductora de polaco
En el transcurso de la cena, a la que asistieron cuatrocientos invitados, el príncipe Felipe se deshizo en elogios hacia su esposa. Así, en un momento de su discurso, de forma totalmente espontánea e improvisada, dijo refiriéndose a ella: "Cada día me hace más feliz". La frase fue acogida con aplausos entre los presentes y Matilde no pudo evitar una cómplice sonrisa de agradecimiento.

Otro gesto con el que la princesa Matilde conquistó a los asistentes se produjo cuando ejerció de traductora de su esposo, de inglés a polaco. Y es que Matilde domina perfectamente esta lengua ya que su madre, la condesa Anne Komoroski, de procedencia polaca, se preocupó de enseñársela a sus hijos cuando eran pequeños.