Balduino de Bélgica (1930-1993), hijo primogénito de Leopoldo III fue deportado durante la II Guerra Mundial a Alemania con toda la Familia Real y, después, con la llegada de la paz, trasladado a Suiza donde vivió exiliado. En el año 1950, sin embargo, meses después del plebiscito sobre el Estado, de la votación popular que les devolvió la Corona, el entonces Príncipe regresa a Bélgica y se encuentra con un trono entre sus manos. Un trono para el que no había sido preparado y en el que, sin embargo, se mueve con seguridad aunque soplen los vientos en su contra. Ejemplos: en 1957, Bruselas se convierte en la capital de la CEE; en 1960, se independiza el Congo; en 1962 ganan la independencia Ruanda y Burundi y en 1977, se fragua la creación de tres Regiones federales: Bruselas, Flandes y Valonia. Una Reina española Balduino vive para gobernar su reino, trabaja sin descanso y los belgas empiezan a preguntarse: ¿Para cuando una Reina?... Durante un año mantienen Balduino de Bélgica y Fabiola su relación en secreto. Se ven ante la Virgen de Lourdes, en rincones ocultos hasta que, en el año 1960, anuncian su compromiso y boda dejando a Europa boquiabierta. Balduino y Fabiola se casan en Bélgica y los españoles, por primera vez, pueden ver la transmisión de una ceremonia por televisión... Con el paso de los años se demuestra que están hechos el uno para el otro, aunque no se hayan visto recompensados con la gracia de los hijos. El 31 de julio de 1993, durante unas vacaciones en España, fallece el rey Balduino. Su muerte pone en evidencia su prestigio internacional, la solidez de sus convicciones y el insustituible papel político de la monarquía en Bélgica.
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