Delphine, hija secreta del rey Alberto de Bélgica, diseña una botella para una conocida marca de vodka

Por hola.com

Un año más, la botella se ha hecho arte. Pero, además, en esta ocasión, ha emparentado con la realeza. Ha ascendido al trono. Una impresionante butaca de colores chillones, formas onduladas que, bajo luces negras, se transforman en siluetas y cartas. Un real aposento que cobija a una orgullosa y moderna botella, en una creación de la artista Delphine Boël, hija natural del rey Alberto II, para Absolut Vodka.

'Absolute Generation'
Y es que, con motivo de su nueva campaña anual de publicidad, la conocida marca de vodka reunirá el próximo mes de junio en una exposición en Venecia a los más prometedores artistas europeos -catorce en total- y sus obras para revolucionar este cotidiano objeto. Los españoles Mariscal, Barceló y Mariné ya demostraron su genio creativo en ediciones anteriores y ahora en nuestro país toca el turno a Óscar Prego, especializado en vídeo y fotografía artísticos, que presentará en Madrid su obra para Absolute Generations los próximos 1 y 2 de abril en la galería madrileña Soledad Lorenzo.

No obstante, Delphine Böel, que se convirtiera hace unos años en un quebradero de cabeza para la [Familia Real belga], se ha erigido en una de las grandes favoritas de la presente edición. Tal y como fuera publicado en una biografía no autorizada de la reina Paola en vísperas de la boda del príncipe Felipe con su novia, Matilde, Delphine Boël es fruto de los amores ilegítimos del rey Alberto II (cuando todavía era Príncipe) con una dama de la corte, la baronesa Sybille de Selys Longchamps, hace 33 años. No obstante, Delphine, inglesa de la cabeza a los pies, nunca ha querido explotar su abolengo sino dedicarse a su profunda vocación: la escultura. Y ha optado por la vida bohemia, mucho más acorde con su fantasía y su humor ácido, que el rigor de palacio.

Un matrimonio en crisis
El rey Alberto llevaba ocho años casado con Paola cuando inició su romance con Sybille. Su matrimonio atravesaba una crisis. Paola, cuyos devaneos amorosos eran muy comentados, primero aceptó -o tal vez ignoró- lo que parecía ser tan sólo una aventura. Pero el nacimiento de Delphine en 1968, cinco años después del de su tercer hijo, el príncipe Lorenzo, enfadó profundamente a la entonces princesa Paola que exigió que su rival y la niña fueran defenestradas. La calma llegó con la madurez. En 1993, la Princesa se convirtió en la más apacible de las soberanas. Hasta que el pasado, que resurge de repente, volvió a quebrar la felicidad que había alcanzado con tanta dificultad.

Delphine tenía ocho años cuando se marchó a vivir a Inglaterra tras la separación de su madre de quien era considerado oficialmente su padre, un rico industrial amigo íntimo del príncipe Alberto. Tras una adolescencia rebelde, decidió dedicarse a la escultura. Decisión que cada vez con más frecuencia parece conducirla al éxito.