"En el fondo, explica la Soberana, no parece haber una gran diferencia entre mi vida de Princesa y mi vida como Reina. Es cierto que mi agenda está ahora más cargada. Dispongo de menos tiempo libre, pero tengo el privilegio de tener más información y estar rodeada de colaboradores maravillosos. Al principio, tuve que superar mi timidez. Hoy experimento un placer real al compartir ideas con otras personas, estén o no de acuerdo conmigo. Esa es la riqueza del intercambio. Tengo curiosidad por conocer a la gente, cómo vive y cómo piensa, sus sufrimientos y sus alegrías. La falta de comunicación es para mi algo penoso. Por otra parte, me gustaría tener mayor libertad para acercarme a la gente de manera natural y cálida".
"Asistí al nacimiento de mis nietos" "El hecho que más me ha apenado sin duda es la desaparición y los asesinatos de niños en 1996; eso me afectó y me conmovió profundamente. Igualmente me trastornó el ataque del 11 de septiembre de 2001, el día de mi cumpleaños. Por lo que se refiere a mi vida familiar, ese fue el momento en que me di cuenta de que el rey estaba al borde del infarto. Yo estaba sola y había que actuar rápido. Son momentos de gran angustia y que no se olvidan jamás.
Entre los acontecimientos que me han llenado de alegría, citaría el nacimiento de mis nietos. Tuve la suerte de que mi hija me permitiera asistir a su nacimiento. Fue para mí un regalo fantástico.
"... El 11 de septiembre celebrábamos tranquilamente mi cumpleaños" "Los cumpleaños nunca me han supuesto un problema. El día de mi cumpleaños es el día que sigue a ayer y precede a mañana. Hay, sin embargo, cumpleaños que me han hecho reflexionar, como el de mi hijo y mi hija cuando cumplieron 40 años. Más todavía, cuando pienso que dentro de dos años mi hija habrá hecho veinte años de matrimonio. Me doy cuenta entonces de cómo pasan los años. Hablando de otro tema, recordaré siempre ese 11 de septiembre de 2001 y las fuertes imágenes que aparecieron en televisión cuando celebrábamos tranquilamente mi cumpleaños. Por otra parte, con los años, crece en mi un sentimiento de agradecimiento por todo lo que me ha sido dado en la vida. Me doy cuenta también, con una cierta madurez, de que incluso los momentos más penosos de la vida pueden ser enriquecedores.
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