Eran los niños del centro Criança Esperanza (Infancia Esperanza), un programa de la Unesco en asociación con la TV Globo, que pretende sacar a más de 8.000 pequeños de la miseria y apartarlos de peligros como el tráfico de drogas, un medio fácil de vida en barriadas como la favela Pavao-Pavaozinho, colgada de las colinas que circundan la célebre playa de Copacabana.
Después Carla Bruni se reencontró con las pasarelas. Pero desde el front row, que es como llaman los gurús de la moda a la primera fila. Fueron una docena de jóvenes, todas de la favela, las que hicieron sus pinitos en la profesión que encumbró como top model a la Primera Dama y desfilaron ante sus ojos expertos para presentar los coloridos modelos de Modafusion, una asociación franco-brasileña, que valora la creatividad del trabajo de las mujeres de las comunidades pobres. La Primera Dama, envuelta en moda -traje sastre púrpura de manga corta y mocasines planos- como siempre, y como tocaba especialmente en un acto de estas características, asistió, sentada con una niña en sus rodillas, junto a la esposa del gobernador de Rio de Janeiro, Adriana Cabral, a la presentación de la colección Primavera-Verano 2009. Un desfile que le traería a la memoria viejos tiempos como modelo y seguro, modas pasadas.