Carla Bruni, una Primera Dama con velo en Túnez

La esposa del Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, ha seguido la tradición musulmana de cubrirse la cabeza durante su viaje oficial a la capital tunecina

Por hola.com

Las previsiones se han cumplido: una gran mayoría de objetivos fotográficos han desviado su trayectoria hacia la Primera Dama de Francia, Carla Bruni, en su visita de Estado de tres días a Túnez junto a su esposo, el presidente Nicolás Sarkozy. Volvió a brillar con luz propia y se metió en el bolsillo a los lugareños al mostrarse respetuosa con las tradiciones tunecinas, cercana con sus conciudadanos y afectuosa con los niños.

Una de las primeras muestras de la popularidad del matrimonio presidencial se produjo a lo largo de su paseo por la medina de Túnez, un grupo de callejuelas y casas típicas situadas en el centro de la capital. Los Sarkozy, que recorrieron acompañados por siete ministros el centro de la localidad y escucharon música tradicional, a menudo se vieron obligados a interrumpir la caminata para saludar y dedicarles algunas palabras a la multitud que se agolpaba y les vitoreaba a su paso.

La cara más tierna de Carla Bruni
Cumpliendo con el código musulmán de vestimenta femenina, y fiel a su naturalidad y simpatía, Carla Bruni se ha dejado encantar por las maravillas de la mezquita Zitouna Mosquée, junto a la modelo Farida Khelfa, durante la visita que ha realizado a este templo religioso como una lugareña más. Carla, que llegó vistiendo camisa negra de manga corta y pantalón beis, con bolso a tono, ha seguido la norma y se ha cubierto la cabeza con un chador marrón -el tradicional velo con que las mujeres musulmanas se cubren la cabeza y parte del rostro.

Tras esta visita Bruni se desplazó a visitar la asociación de niños SOS Gammarth, donde se interesó por la situación de los pequeños tunecinos. Acostumbrados a ver las mil y una caras de la ex top model en publicidad y en las portadas de sus discos, en este viaje hemos descubierta una nueva Carla, amiga de los niños indefensos. Allí se pudo ver a la Primera Dama charlar con una familia tunecina y con varios niños, a uno de los cuales tomó cariñosamente en brazos. Mientras Carla mostraba al mundo su lado más tierno, su marido llegaba a importantes acuerdos sobre la inmigración y otras materias con sus anfitriones, al reunirse con los representantes del Gobierno tunecino y firmar un tratado de cooperación nuclear entre Francia y Túnez.