¡Larga vida al Rey de Tailandia!

Los ciudadanos tailandeses salen a la calle para celebrar por todo lo alto el 80º cumpleaños de su soberano, cuya delicada salud ha sido motivo de preocupación en los últimos meses

Por hola.com

Tailandia celebra con fervor estos días dos importantes acontecimientos: la total recuperación del rey Bhumibol Adulyadej -fue hospitalizado recientemente debido a una irrigación insuficiente en la zona izquierda del cerebro- y los actos conmemorativos con motivo de su octogésimo cumpleaños.

Como viene siendo tradición en el país oriental, profundamente devoto del Rey, los ciudadanos se han echado a la calle, vestidos de amarillo, color asociado a la figura regia, para festejar un año más por todo lo alto el aniversario del decano de los monarcas del mundo tras asumir la Corona en 1946. Los tailandeses se congregaron para contemplar el desfile de coches a las afueras del Gran Palacio de Bangkok, que abre los cinco días de celebraciones, encender velas con flores amarillas en honor a su Rey y asistir a los fuegos artificiales nocturnos sobre el río Chao Phyara. Por su parte, el Rey, cuyo dedicado estado de salud ha sido motivo de preocupación en los últimos meses, ha celebrado una audiencia que estuvo presidida por el discurso de su hijo, el príncipe Maha Vajiralongkorn, destinado a sucederle.

El Rey: un sabio
Bhumibol, de 80 años, nacido cuando Tailandia se llamaba aún Siam, es dos años más joven que la reina Isabel de Inglaterra, pero subió al trono seis años antes que ella y cuatro antes del sultán de Brunei, Hassanal Bolkiah, convirtiéndose pues en el decano de los soberanos del mundo. Fue proclamado Rey el 9 de junio de 1946, el mismo día en el que su hermano y antecesor en el trono, Amanda Mahidol, fue hallado en su lecho de palacio con un tiro en la cabeza, una muerte nunca aclarada por la Corona. Y, pese a la poca confianza que al principio tenían sus conciudadanos en él, a lo largo de estas seis décadas en el trono, se ha hecho inmensamente popular en Tailandia, donde se le considera un sabio y una autoridad moral frente a una clase política desprestigiada.