La Reina de Inglaterra presidió la apertura del Parlamento británico

A pesar de sus fuertes dolores de espalda y bajo el enorme peso de la corona y el manto de armiño

Por hola.com

Isabel II presidió un año más la apertura oficial del Parlamento Británico. A pesar de la infinidad de rumores que apuntaban al hecho de que la Soberana de 80 años sucumbiría a sus fuertes dolores de espalda permaneciendo en su palacio, ésta asistió finalmente al acto y lo hizo como cada año acompañada de su esposo, el duque de Edimburgo.
La Soberana llevó la contraria a sus médicos y presidió la solemne ceremonia colocándose, contra toda recomendación, la pesadísima corona de diamantes, así como la capa de armiño.
La monarca que considera la Apertura de Estado del Parlamento como algo extremadamente serio, canceló sus compromisos anteriores -se lesionó los músculos de la espalda durante sus últimas vacaciones en el castillo de Balmoral- pero no su asistencia a esta importantísima cita para Gran Bretaña, que se repite cada noviembre desde hace varios siglos.

Corona del Estado Imperial
La Reina caminó erguida como todos los años bajo el peso del manto carmesí- el color que instauró el rey Eduardo III en el siglo XIV- y, sobre todo del de la Corona Imperial que fue realizada para la coronación del rey Eduardo VI en 1937 y es utilizada por ella en todas las ceremonias de estado. Esta soberbia corona tiene un valor incalculable y está considerada como una de las más bonitas piezas de joyería jamás creadas. Contiene el enorme rubí negro del príncipe, debajo del cual está colocado el diamante Segunda Estrella de África -317 caracteres- (cortado del diamante Cullinan) así como 3.000 gemas preciosas y perlas, entre ellas el zafiro que perteneció a Eduardo El Confesor, la joya que le ayudó a convertirse en santo. (El famoso rubí perteneció a Enrique V y Ricardo III hasta que en el año 1600 Oliver Cromwell lo vendió. Seis décadas después, Carlos II lo compraría de nuevo. La famosa joya mide cinco centímetros, tiene 150 caracteres y, al parecer, protege contra la enfermedad y el infortunio).