Belenes en pintura

Por hola.com

Los temas religiosos siempre han aparecido en la pintura a lo largo de los siglos, un recurso de inspiración de los grandes, que queda de manifiesto en la multitud de las obras de carácter devocional y religioso. Destinadas éstas a motivar la piedad popular y a conmover a los fieles, el acontecimiento del nacimiento de Jesús penetra en la historia de la sensibilidad religiosa -de la misma manera que en la historia del arte. Por ello, para la pintura, Jesús renace de siglo en siglo y no hay época que pueda escaparse de representar la escena de la Natividad como si hubiera tenido lugar entre ellos; en la misma sociedad en la que el artista vive y trabaja. Velázquez, Murillo, El Greco, Zurbarán, Juan Correa de Vivar, Caravaggio, Leonardo da Vinci, Fra Angelico… son algunos de los autores que, además de compartir en su pintura las tradiciones del Antiguo y Nuevo Testamento, descifraron con su pincel la maravilla del Milagro.

EL GRECO
Adoración de los pastores. Aunque el destino original para este cuadro debía de haber sido la capilla de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo, en Toledo, donde tenía que ser enterrado el pintor, el cuadro ha pasado a formar parte de una de las galerías del Museo del Prado. En esta pintura -fue uno de los últimos trabajos de El Greco- el artista unió las atmósferas celestiales y terrenales, eliminó los saltos de perspectiva y profundidad, e iluminó magistralmente la figura del Niño.

LORENZO DI CREDI
Adoración de los Reyes Magos, Galería de los Uffizi. Las proporciones de este espacio son cercanas y naturales y facilitan la comprensión del misterio divino que ha tenido lugar dentro de sus paredes. De esta forma, la religión se aproximaba al hombre y el hombre se aproximaba a Dios. En la pintura, la Virgen destaca por su belleza y serenidad -San José, más desplazado, ofrece un aspecto más avejentado- entre los personajes de la Sagrada Familia que, pese a ser pastores, aparecen vestidos con ropas elegantes. Al fondo, con una gran perspectiva aérea, Lorenzo pintó árboles del norte de Italia, un río de agua cristalina, en alusión al Bautismo, un palacio de fantasía y una montaña en la que aparecen unos ángeles llamando a los pastores.