Ocho años después de su muerte, el mundo sigue adicto a la figura de la princesa Diana

Por hola.com

Como en los cuentos de hadas eran las doce de la noche. Pero, no había baile ni palacio ni tampoco una lujosa carroza tirada por caballos... En su lugar, un hotel centenario y un coche de última generación con el que se estrellarían en el puente del Alma. Muy cerca de donde perdiera la vida, también, la reina Astrid de Bélgica, en un accidente sucedido en 1925, justo debajo de la llama de la libertad... Nunca imaginó que sus nombres, Diana y París, quedaran ligados para la eternidad por un trágico accidente. Ella que tantas veces había visitado la ciudad no tenía previsto que ésta la atrapara en su cita con el destino. París era para ella una ciudad preciosa para pasear y disfrutar de un buen restaurante, pero no para morir .

La muerte de Diana en un accidente de coche, en Agosto de 1997, sorprendió a los príncipes Guillermo y Harry dormidos en sus habitaciones del castillo de Balmoral. Desapareció su madre cuando todavía olían al mar en el que se habían bañado los tres juntos, días antes de la tragedia, entre risas y mimos durante el último verano de su vida...Y éstos lloraron y lloraron sin que hubiera consuelo y se unieron para siempre como jamás lo habían estado antes. A cambio, se encontraron, cuando más solos se sentían, ante un nuevo padre. Un hombre dispuesto a todo para que no les faltara jamás una palabra de apoyo, un consejo, o el entusiasmo necesario para asumir la transición de ser niños a ser adultos.

Un grito en la noche
Y así fue... Aquel grito de dolor espantoso que resonó entre las paredes del viejo castillo transformó por completo al príncipe Carlos... Como si tomase ejemplo de la relación tan cariñosa que Diana tenía con sus hijos, como si se hubiera contagiado del espíritu entusiasta que ésta derrochaba a todas horas, dejó atrás su distante y altanera presencia y se convirtió en un hombre que no teme abrazar a sus hijos en público y asume la responsabilidad de guiarles hacia la edad adulta.