El cónclave: anécdotas históricas en la elección del Pontífice romano

Por hola.com

A pocos días de celebrarse el primer cónclave del siglo veintiuno y el tercero en los últimos treinta años, del que saldrá elegido el sucesor de [Juan Pablo II], resulta oportuno repasar brevemente algunas de las anécdotas más interesantes que el proceso de elección del Sumo Pontífice ha dejado a lo largo de la historia.

Ni las Sagradas Escrituras ni la tradición apostólica señalan la forma de decidir al sucesor de Pedro, de forma que en los primeros siglos de la Iglesia, eran los Papas quienes elegían a sus sucesores. La excepción se produjo en el año 236, en que la elección de San Fabián fue tomada después de que una paloma blanca se posara sobre su cabeza, lo que todos interpretaron como una señal divina.

Cada uno de los jefes de la Iglesia católica que ha ocupado el trono vaticano ha introducido normas para adaptarse al cambio de los tiempos. En 1059, el Papa Nicolás II dictaminó que sólo los obispos cardenales podrían participar en la elección del obispo de Roma. Más tarde, en 1179, el Concilio Laterano establecería como requerimiento las dos terceras partes de los cardenales, una tradición que hoy sigue vigente.

Gregorio X: el cónclave más largo
Históricamente, la duración del cónclave es algo impredecible. Así, hubo cónclaves de largos períodos de tiempo: el cónclave que eligió a Pío VIII duró treinta y seis días; el de Gregorio XVI, cincuenta; el de Pío VII, tres meses y medio; y el de Benedicto XIV, hasta seis meses.

Sin embargo, la elección papal que tomó más tiempo fue la de Gregorio X, que comenzó en 1268 y finalizó en 1271. Los dieciocho cardenales, indecisos en su votación, forzaron a las autoridades del lugar a sellar las puertas del palacio donde se encontraban reunidos. Pero fue en el momento en que la indignada población empezó a llevarse el tejado que cubría la sala cuando se eligió a Gregorio X. Éste, para evitar una repetición del incidente, cambió la legislación en 1274 estableciendo que los cardenales deberían ser encerrados ‘con llave’ cada vez que se reunieran para elegir al nuevo Pontífice.