Multitudinarios funerales por Juan Pablo II en Roma

Por hola.com

Roma se detiene. Son las 10:00 de la mañana: la hora de la despedida. Las calles de la ciudad eterna inusualmente desiertas contrastan con la plaza de San Pedro del Vaticano y sus inmediaciones, que se han quedado pequeñas para dar cabida a los cuatro millones de fieles venidos de todas las partes del mundo con el fin de dar su último y más triste adiós a Juan Pablo II. De ellos, no obstante, tan sólo unos 300.000 podrán seguir las exequias del Santo Padre en la Plaza de San Pedro, la Via della Conciliazione (la calle que une el Vaticano con Roma) y la Plaza del Risorgimento.

Despedida multitudinaria
Desde las 6:30 de la mañana los miles de peregrinos han empezado a acceder a la zona acordonada para pasar por un control de metales. Un control muy parecido, aunque menos estricto, al que también fueron sometidos los 200 mandatarios, Jefes de Estado, Gobierno y líderes religiosos, que en este momento ocupan sus lugares de honor en las mismas puertas de la Basílica. Entre ellos, el presidente de Estados Unidos, George Bush; el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y los Reyes de España el rey de Alberto II de Bélgica, Tony Blair, Lula da Silva, Chirac o el príncipe Carlos de Inglaterra.
Pero más allá de esta plaza, y gracias a la transmisión en directo de las imágenes que llegan a través de la televisión a todos los rincones del planeta, millones de personas de todo el mundo han vuelto sus miradas hacia la ciudad de la cristiandad. La ciudad en la que el cardenal Joseph Ratiznger, brazo derecho de Karol Wojtyla y guardián de la ortodoxia teológica, preside la misa concelebrada por el alma del Pontífice, en la que están presentes todos los cardenales.

Tenemos el corazón lleno de tristeza
Ratiznger, que ha ofrecido una homilía preciosa, ha arrancado por trece veces consecutivos los aplausos de los presentes. Palabras, cargadas de amor y de admiración hacia el Santo Padre no han dejado a nadie indiferente. Palabras que han servido para recordar lo que fue y significó para el mundo la figura de Juan pablo II, el hombre que sufrió; que viajó sin descanso, que ser entregó sin reserva a Cristo, que habló sin voz de los últimos días de su vida... "Tenemos el corazón lleno de tristeza, pero también de alegre esperanza y de profunda gratitud. Éste es nuestro estado de ánimo", afirmó el purpurado alemán, . El oficiante del funeral de Juan Pablo II trazó un perfil del fallecido, resaltando sus años de juventud cuando era un entusiasta del teatro y trabajaba en una fábrica química (la Solvay), "circundado y amenazado por el terror nazi". Recordó cuando fue ordenado sacerdote, "lo fue siempre hasta el fondo", dijo, y subrayó que en la frase "Como el Padre me ha amado, así os amo yo, os llevo en mi corazón" se ve toda la figura del Pontífice.
Agregó que despertó a los hombres de una "fe cansada, del sueño de los discípulos de ayer y hoy. Levantaos, Vamos, también nos los dice a nosotros".
Destacó que Juan Pablo II siempre buscó el encuentro con todos, que tuvo capacidad de perdón y de apertura de corazón. "Nuestro Papa -lo sabemos todos- jamás quiso salvar la propia vida y tenerla para él, siempre se dio sin reservas, hasta el último momento", subrayó el cardenal. Ratzinger recordó los viajes (104) por el mundo realizados por el Papa en sus 26 años y medio de Pontificado, destacando que si al principio era joven y lleno de fuerzas y al final enfermo, siempre anunció con intensidad el Evangelio. "El Papa sufrió y amó en comunión con Cristo y por ello el mensaje de su sufrimiento y de su silencio ha sido tan elocuente y fecundo", manifestó.

"Asomado a la ventana del cielo"
Ratzinger concluyó su homilía señalando que jamás podrá olvidar el esfuerzo que hizo esta pasada Semana Santa para, marcado por el sufrimiento, asomarse a la ventana de su apartamento para dar la bendición Urbi et Orbi. "Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana del cielo,del Padre, y que nos ve y nos bendice. Sí, nos bendiga Santo Padre. Nosotros ponemos tu alma en manos de la Madre de Dios, tu Madre, que te ha guiado cada día y te guiará ahora a la gloria eterna de su Hijo", señaló el cardenal decano.