Enero de 1975: El día en el que la princesa Carolina cumplió 18 años...

Por hola.com

El 23 de enero de 1975 Carolina cumplió 18 años y la Revista ¡Hola! decidió celebrarlo llevando a la Princesa de Mónaco hasta su portada. Un histórico número en el que Carolina aparecía brillante y muy risueña, con un collar de perlas en la frente, en una serie de espectaculares fotografías realizadas por el artista británico N. Parkison.

En este reportaje, resumimos para usted el contenido de los textos aparecidos en nuestra semanario hace casi tres décadas y le ofrecemos algunas de las imágenes realizadas en los salones del Palacio Grimaldi, la residencia de la familia principesca.

Una princesa libre
"...Es alta, 1,69, con unos rasgos bonitos y un cuerpo espigado. Sin duda, posee menos delicadeza que su madre, pero más carácter. Lo que se nota más: un porte real, un porte de reina.

"Carolina está construida como yo -dice, entonces, la princesa Grace- y tiene la misma conformación ósea, pero sus ojos, su boca y su forma de andar son los de la madre del príncipe Raniero, la princesa Charlotte".

"Carolina es, ante todo -añade su padre, el príncipe Raniero- muy trabajadora. Se concentra mucho, pero al mismo tiempo es muy independiente... Posee dos dotes: la de los idiomas y la de familiarizarse con los animales. Me acuerdo de una joven leona, Elsa que, al oír su voz, cuando Carolina bajaba por las escaleras del palacio al zoo, no sólo la reconocía sino que, además se tumbaba a sus pies y se mostraba mucho más dócil que con su domador... Dice muy a menudo que le gustaría vivir en el campo con unos caballos y unos perros. Pero, en el fondo, es también una intelectual. Se interesa por la política. Más adelante, le gustaría trabajar y seguir o bien una carrera diplomática o bien participar en conferencias internacionales. Todos los problemas le interesan y le afectan, sobre todo los del hambre en el mundo". "Mucho más, afirma Carolina, que las últimas películas de moda".

"El problema de la paz -continua el Príncipe- la obsesiona y proclama, con el ímpetu de sus 18 años, que todo podría resolverse alrededor de una mesa de conferencias.