Entrevista exclusiva con Farah Diba Pahlavi

Por hola.com
—¿Dónde vive actualmente?
—Entre Francia y Estados Unidos. Voy a América porque tengo a mis hijos y mis nietas allí, y es un país que hace que me sienta libre porque no me reconocen por la calle. Sin embargo, Francia me resulta más próxima, porque en este país estudié Arquitectura cuando era joven y adoro la cultura europea y su modo de vida.

«Es el destino»
—¿A pesar de las tragedias vividas: la muerte del Sha, la de su hija, se considera una mujer afortunada en la vida?
—Mi vida no es la de una mujer normal. Considero que es mi deber y mi destino. Como ya le he comentado, mi vida está llena de momentos difíciles y felices. A pesar de todo lo que me ha pasado, y aunque parezca mentira, me considero una mujer privilegiada, porque he sido testigo de momentos importantes de la Historia; incluso ahora que soy una mujer anónima, a veces me encuentro con personas que me paran por la calle y me muestran su afecto. Recuerdo un día en el que estaba muy cansada, con muchos problemas, que iba anotando en mi diario. Y le pregunté a mi hija Farahnaz: «¿Todo esto que me pasa lo he elegido yo o estaba en mi destino?», y mi hija me contestó: «Es el destino, que no deja otra elección».
He intentado en la vida estar orgullosa de lo que he hecho. En las grandes y pequeñas cosas, todo lo hago con la misma intensidad. Doy lo mejor de mí misma y recibo lo mejor de los demás. Soy muy positiva y me intereso por todo: el ballet, la música, el teatro, e l cine, las flores..., porque la vida pasa muy deprisa y yo ya he perdido muchas cosas: mi juventud, mis seres queridos, mi país, pero siempre he mantenido mi dignidad. En la vida de las personas todo es relativo, en todas hay miserias, y da igual si se es pobre o rico. Hay que dar gracias a Dios por todo lo bueno y malo que tenemos, pero no siempre soy tan positiva, a veces me siento decaída y deprimida, y es en esos momentos cuando me digo a mí misma: «Muévete, haz algo para salir de esta situación». Y hago meditación, deporte o sólo pienso. Y siempre me digo: «Por favor, deja ya de sentir lástima de ti misma». Supero estas situaciones pensando en que Irán será algún día liberado, en la familia, los amigos, y especialmente pienso todo lo que he luchado en mi vida para no derrumbarme, seguir trabajando y, por supuesto, seguir sonriendo.
—¿Nunca sintió la tentación de volver a casarse?
—(Enérgica.) No. En mi vida siempre ha estado muy presente la memoria de mi marido y nunca se me ha pasado por la cabeza.