Entrevista y fotografías exclusivas de Paul Burrell

Por hola.com

Paul Burrell, antiguo mayordomo de Diana, está de nuevo en su casa de Cheshire (Inglaterra) tras haber sido absuelto de acusación de sustraer 310 objetos de la Princesa de Gales. Desde aquella mañana de pesadilla, en enero de 2000, cuando Policía fue a llamar a la puerta, los Burrell —Paul, su esposa, María, y sus dos hijos, Alexander, de diecisiete años, y Nick, de catorce— no han abierto a desconocidos.

Pero ahora Paul dice: "Quiero que la gente vea que somos una familia cariñosa y que, a pesar de todo lo que se llevaron en redada policial, esta casa aún está llena de regalos y objetos de interés reales que demuestran cuán unidos estábamos a la Familia Real británica". La casa, de estilo georgiano, en pueblo de Farndon (Cheshire), es una asombrosa mina de objetos muy apreciados. "Diana parte de nuestras vidas y siempre lo será. Nadie puede borrar eso. No enciendo velas junto a su foto cada día, pero, no obstante, ella está aquí".

En todos los rincones hay fotos enmarcadas: de Paul cabalgando tras la reina Isabel en su carroza, de Paul de viaje con la Reina y la princesa Diana, de la Duquesa de York, Sarah Ferguson, con sus dos hijas; de nuevo Diana, fotografiada por lord Snowdon con aquel famoso traje de noche escotado negro que ella llevó para bailar con John Travolta en la Casa Blanca; otra foto de Snowdon —nunca mostrada al público antes— muestra al príncipe Guillermo en una enorme silla con su hermano, Harry, al lado.

Regalos de la Reina y el príncipe Carlos
Y las fotos no son la única prueba de que su familia gozó del auténtico afecto de los Windsor. Mientras Paul, de cuarenta y cuatro años, era el lacayo de la Reina, María, de cuarenta y ocho, trabajaba para el duque de Edimburgo. En su boda les regalaron un exquisito reloj de mesa con la insignia de la Casa de Su Majestad en un lado y la del duque en el otro. A la recepción de su boda fue enviado un corto telegrama de parte de los doguillos de la Reina: "Aunque nosotros, los doguillos, no fuimos invitados —lee Paul—, en una cosa estamos todos unidos: si usted quiere apaciguarnos, tráiganos un trozo de la tarta nupcial". Saca también de un arcón una caja-obsequio de whisky Glamis, embotellado para conmemorar el noventa cumpleaños de la Reina madre. "El príncipe Carlos me preguntó si me gustaba el whisky, y entonces me la regaló", revela Paul.