En el escenario mundial ha ayudado a atraer la atención sobre Jordania con su belleza, estilo, inteligencia y compasión. Con frecuencia se la ha comparado con la difunta princesa Diana. Pero a diferencia de ella, la Reina Rania está felizmente casada, y dice de su marido: «Somos una pareja en todos los sentidos».
Es también madre de tres hijos, el príncipe Hussein, de ocho años; la princesa Iman, de seis, y la princesa Salma, de dos, a quienes ella y su marido intentan educar del modo más normal posible. «Para nosotros es muy importante que ellos puedan relacionarse y comprender las realidades diarias de los jordanos corrientes. Tanto a Su Majestad como a mí nos educaron de esa manera y para nosotros es fundamental que nuestros hijos también tengan los pies en la realidad».
Por otra parte, estos son tiempos difíciles para Jordania. Con la amenaza de guerra contra Irak ensombreciendo los asuntos internacionales y el conflicto creciente en el vecino Israel, el país sigue siendo una víctima de la inestabilidad en la región, económicamente y en otros aspectos. Como a la totalidad de Oriente Medio, a Jordania le han afectado los acontecimientos de la zona. Y con pocos recursos naturales y una alta tasa de paro, confía en el turismo como una de sus industrias principales.
Fue con eso «in mente» con lo que la Reina Rania visitó Londres y el World Travel Market: para realzar las maravillas de su país e intentar reparar el daño que ha sufrido como consecuencia de la agitación en Oriente Medio y por la amenaza del terrorismo desatada por los acontecimientos del 11 de septiembre.
