Una vez que se realiza una transferencia embrionaria y la mujer vuelve a su casa, es normal que la preocupación y los nervios se apoderen de ella. Lo primero que cualquiera de nosotras haríamos, casi por inercia, es no querer hacer ningún movimiento más allá de sentarnos y levantarnos del sofá por el miedo a que cualquier cosa podría perjudicar la implantación.
Pero, más allá de este entendible sentimiento de miedo, los expertos recomiendan hacer una vida totalmente normal, eso sí teniendo en cuenta una serie de recomendaciones. Estos consejos te ayudarán a estar más tranquila durante la betaespera, es decir, el período de tiempo que pasa entre la transferencia embrionaria y la prueba de embarazo en sangre. Aproximadamente suele variar entre 9 o 15 días.