El guiño de un ojo, movimientos repetitivos en brazos, en manos, gesticular con la cara... son solo algunos ejemplos de tics nerviosos que, en la infancia, suelen aparecer entre los 5 y los 12 años aunque suelen desaparecer por sí solos, en la mayoría de los casos a partir de los 15 años. Son totalmente involuntarios y por ello, debemos explicarle al niño que es que algo que no puede controlar y sobre todo reforzar su autoestima, hablarle de la empatía y de las diferencias de cada ser humano, aunque en ocasiones, no resulte fácil para el peque sobrellevarlo.
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