Adolescentes con teléfono móvil.©AdobeStock

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Castigar sin móvil a mi hijo: ¿es buena idea?

Es uno de los castigos más recurrentes en muchos hogares, ya sea por un mal comportamiento o por bajas calificaciones. Quizás no es la medida más adecuada y su repercusión tiene otro alcance.

El teléfono móvil o Smartphone se ha convertido prácticamente en una extensión de la mano de niños y adolescentes. Su mejor amigo. Se relacionan con sus iguales con el móvil encendido, no tienen llamadas de voz sino que chatean por los distintos canales de mensajería y para ellos es un signo externo de identidad y reconocimiento. Al ser uno de sus objetos más preciados, muchos padres recurren a retirarlo cuando tienen que poner consecuencias a algún mal comportamiento de sus hijos. Pero ¿es realmente efectivo?

Las pantallas en un mundo aparte

Las pantallas y los móviles no son un espacio aparte al que los menores vayan en determinadas ocasiones. Están integrados en su vida totalmente, por eso los padres han de cambiar el foco para “dejar de ver a la tecnología en un departamento estanco”, aconseja María Zabala, consultora de comunicación y creadora de iWomanish (www.iwomanish.com), una plataforma sobre familia, tecnología y ciudadanía digital.

La experta, que acaba de publicar el libro Ser padres en la era digital (Plataforma Editorial), donde aporta ideas y consejos para vivir de forma realista la relación de la tecnología en familia, aboga por favorecer la autorregulación de los menores en el entorno digital, eso sí, supervisados y con la ayuda de los progenitores.

“Necesitamos asertividad y seguridad para que el enfoque con nuestros hijos no sea retirar la tecnología porque es a nosotros a quien nos viene bien”, señala.

¿Qué pasa si los dejamos sin móvil?

El móvil para los adolescentes es mucho más que un lugar donde jugar o ser espectadores pasivos de las redes sociales. Es su canal principal de comunicación y, muchas veces, la única vía por dónde logran expresar una emocionalidad con muchos vaivenes y otros problemas de su día a día.

Se ha visto así durante la pandemia, donde los adolescentes no han podido expresar su gran malestar verbalmente, pero sí lo han hecho a través del entorno digital. También a la hora de buscar señales de alerta ante el suicidio, los expertos constatan que son las redes donde se comunican.

“Después de un año y medio tan complicado, hay niños muy vulnerables y quitarles toda su conexión con el mundo al retirarles el móvil no me parece lo más acertado”, explica María Zabala.

Es posible que ante un mal comportamiento sea lo más sencillo y socorrido, pues el móvil es lo que más les gusta, pero “si le quitas el móvil solucionas tus problemas y no los suyos”, añade.

Adolescente con un móvil en la mano©AdobeStock

Poner normas al uso del móvil

El objetivo para María Zabala es que llegue un momento en que “los padres dejen de ser los microgestores de la vida digital de sus hijos”.

Esto se consigue con unas normas muy claras desde el principio, hablando con ellos y teniendo confianza para no ser un policía de lo que hacen sino alguien que está a su lado.

“Cuando llega el momento del primer móvil, yo recomiendo que haya control parental para normalizar el hecho de que hay una app de control sobre la que ellos deben saber que si tú quisieras, podrías entrar”, aconseja la experta.

Así, se puede gestionar el tiempo de uso, por ejemplo, la franja horaria en que pueden conectarse al wifi. Los menores deben saber que el control parte de los padres: “Mamá y papá son el milago que hacen posible que haya Internet en casa”, advierte.

Así, “igual que naturalizamos que con nueve años no se van solos a la compra con cien euros, no les podemos dejar esa autonomía en el mundo digital al principio”, señala.

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¿Y si hay un incumplimiento de las normas?

A veces, los padres retiran el móvil porque los hijos no cumplen lo pactado o intervienen en alguna situación problemática. “El control en la adolescencia debe hacese en abierto, avisándolos; lo mejor es conversación, conversación, conversación”, asegura.

Ese diálogo profundo con los hijos sería lo primero, aunque “cuesta un esfuerzo y a veces a los padres nos faltan tiempo y ganas”. Además, expone que no solo hay que hablar con ellos, sino también escucharlos. En este sentido, su recomendación es desterrar frases como: “no haces otras cosa”, “mira lo que le ha pasado a ese niño por jugar tanto a la consola”, “no hay barra libre para el móvil”...

Lo importante es crear un marco de convivencia con la tecnología en casa. Hay que crear unas normas, porque el adulto es el responsable último, y mantener la calma si no hay consenso ante ellas. “No te voy a quitar el móvil, pero si no puedes formar parte de las normas, de lo que se puede y no se puede, las conscuencias te van a gustar menos”, ejemplifica María Zabala. Los padres son siempre los que suministran la conexión a Internet.

En definitiva, comenta: “No es quitarles el móvil sino plantearles otros escenarios” e ir más allá. “Si tienes un hijo que no quiere salir de casa y está todo el día con la consola o el móvil, hay que ver qué pasa. Sin ese diagnóstico no ponemos nada más que parches”.


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