Niña en el médico vacunándose©AdobeStock

Salud Infantil

Estas son las secuelas de la meningitis que puedes prevenir con la vacunación

Aún existe un pequeño porcentaje de la población infantil que no puede acceder a la vacuna del meningococo y esto puede acarrear problemas como la sordera o ceguera

La pandemia ha reducido la incidencia de la meningitis en la población infantil hasta en un 90%. Se trata de un dato contrastado que la Asociación Española Contra la Meningitis (AEM) confirma, pero también advierte y pide que no nos relajemos en su tratamiento. Esta reducción de casos responde a la burbuja que ha supuesto el confinamiento, pero cuando este acabe, la tasa volverá a crecer, porque estamos ante una enfermedad que sigue presente y de la que necesitamos aún protegernos. Bien es cierto que la vacunación frente al meningococo también está ayudando mucho a reducir su incidencia, pero aún existe un 30% de las familias de nuestro país que no puede acceder a ella. Y las consecuencias son graves.

De ello hemos hablado con Cristina Regojo, presidenta de la AEM, y con Elena Moya, vicepresidenta de la AEM, que nos han explicado cuáles son estas graves secuelas producidas por no vacunarse y quedar desprotegidos. Ambas se reafirman en que este peligro existe: “en algunas Comunidades Autónomas la vacuna contra la meningitis está incluida en el calendario, pero en otras no”. Y no, no es una cuestión de clase o de código postal.

Las secuelas físicas más graves de la meningitis

El abanico de secuelas postmeningitis, como aseguran las doctoras, “es amplio y variado”. Podemos ver, por ejemplo, cicatrices leves, pero también “otras mucho más graves que afectan a grandes extensiones de la superficie corporal, dificultando la movilidad y llegando a producir, incluso, estrés postraumático”. En definitiva, las secuelas más graves son, sin duda, “las que merman la calidad de vida después de la enfermedad, que imposibilitan muchas veces la autonomía de la persona”. Aproximadamente, un 25% de los pacientes que se recuperan de una meningitis desarrollan alguna de estas secuelas. Entre ellas, están:

  • Sordera y ceguera. Los expertos creen que más del 30% de los casos de meningitis bacteriana derivan en una pérdida auditiva de leve a profunda. En el caso de la visión, los problemas pueden ir desde la visión doble hasta la ceguera.
  • Dificultad para conciliar el sueño, así como la incapacidad de concentración y alteraciones de memoria.
  • Lesiones medulares y retraso psicomotor, que derivan en una incapacidad de que el afectado pueda valerse por sí mismo en la vida.
  • Daño cerebral, que puede derivar en un deterioro intelectual permanente.
  • Vértigos y pérdida del equilibrio.

Sin embargo, como nos dicen ellas mismas, “la variante más dramática es, sin duda, la sepsis meningocócica”. Esto se produce cuando las bacterias se diseminan a través del torrente sanguíneo, pudiendo producir un fallo multiorgánico y hasta la amputación de las extremidades si se llega a lo que se conoce como CID (Coagulación Vascular Diseminada), derivando en una necrosis de las mismas. Y es que, según advierte Regojo, “el meningococo es, en realidad, una bacteria muy agresiva que puede entrar directamente en el torrente sanguíneo, produciendo un shock séptico”.

Otras graves secuelas de la meningitis

Al margen de las secuelas físicas, están también las secuelas psicológicas que, según nos confirman las expertas y el Estudio de evaluación de la carga de la enfermedad meningocócica frente a la no vacunación que han realizado, “hasta un 60% de los afectados y sus familias las sufren, debido a la gravedad de la enfermedad y de esas secuelas físicas que se derivan”.

Además, no debemos olvidarnos de las secuelas que afectan a la familia, con graves consecuencias psicológicas también en ella y económicas, puesto que los progenitores han de pasar a dedicar mucho tiempo al paciente afectado “y cuya recuperación dificulta la condición laboral, incluso, perdiendo el trabajo”, como nos apuntan las expertas. Un tema que ya tratamos ampliamente en este artículo y en el que dábamos visibilidad a los gastos que ocasiona el tratamiento de la enfermedad, su rehabilitación y la medicación de por vida que supone.

Todas estas secuelas son crónicas y, como apuntan las expertas, se suelen producir a las 24 horas de la primera aparición de los síntomas. Sin embargo, hay veces que se diagnostica más tarde, sobre todo si el afectado es un bebé o un niño. La meningitis bacteriana puede aparecer a cualquier edad, pero son los niños y adultos menores de 25 años los que corren un mayor riesgo. Unas secuelas que, en pleno siglo XXI, se pueden evitar.

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