Esther Durán, una gallega con ganas de disfrutar de la vida a la que le gusta que la llamen Teté, nos cuenta que después de una intensa búsqueda, dio con Isabel Núñez, una diseñadora que estaba dispuesta a crear a medida, para ella, el vestido de sus sueños. "Fue de las mejores elecciones que he hecho", asegura.

"A mi madre le hacía ilusión que llevase una mantilla de herencia familiar, fue lo único que le dejé caer a Isabel aquel día, pero por satisfacer a mi madre, a mi no me hacía especial ilusión…", nos explica. La diseñadora le mostró varios bocetos y dejó para el final el que pensaba que más iba a gustar a la novia. 

"El vestido constaba de dos partes: una capa y el propio vestido. Las hombreras de la capa, con plumas y tul, fueron lo que más trabajo les dio. El vestido interior parecía sencillo, pero las tiras satinadas también tuvieron lo suyo. Eso sí, el resultado no pudo ser mejor. Además, era un vestido súper ligero, por lo que estuve comodísima en todo momento". Ella mantuvo la capa sobre sus hombros durante toda la ceremonia, y se la quitó en el banquete, para estar más cómoda. 

Una elección elegante, imponente y muy favorecedora con la que Teté sorprendió dos veces a sus invitados: en su llegada a la iglesia y durante el banquete, cuando prescindió de la capa. 

La gallega nos cuenta que eso de llevar algo nuevo, algo prestado y algo azul le gustaba bastante. "Llámame tradicional, pero creo que son costumbres bonitas que habría que mantener. En mi caso creo que las cumplí todas; algo nuevo, algo prestado y algo azul. Nuevo llevé el vestido, regalo de mis padres, y las sandalias de Jimmy Choo, detalle de mi hermana; prestados eran los pendientes, unas florecitas de diamantes de mi abuela materna (con las plumas en los hombros tenía que ser algo discreto); y algo azul, la liga".

"Mi ramo también era muy especial y desde siempre tuve muy claro como quería que fuese: flores de tallo largo y solas, sin verde ni nada. Estaba formado por seis rosas inglesas de color rosa intenso. Aportaban perfectamente el toque de color que necesitaba el look. Se lo regalé a mi hermana y sigue prácticamente intacto".

Teté y Samuel se dieron el 'sí, quiero' el 13 de julio en Cambados. La iglesia escogida fue la de San Benito. "Es una iglesia muy especial, nos casamos allí toda la familia y somos muy devotos de su santo". Además, la gallega nos cuenta que el sacerdote que ofició la ceremonia fue el mismo que años antes casó a sus padres "también nos bautizó, dio la comunión y confirmó a mi hermana y a mi".

Teté nos explica que no contaron con la ayuda de ninguna wedding planner para la organización de la boda. "Me gusta tenerlo todo bajo control y creo que nos apañamos muy bien entre nosotros dos. Todos los proveedores con los que contamos nos lo pusieron muy fácil, por lo que disfrutamos un montón de todo el camino. Con este boom de bodas que hay actualmente lo más complicado fue encontrar disponibilidad de fechas en ciertas cosas, pero salió todo de 10. El pazo (Pazo El Castriño), el catering (Pepe Solla), el vino (Bodegas Martin Codax), el fotógrafo (LIVEN Photography), el DJ (R Music DJ), la banda en directo del coctel… ¡repetiría con todos mil veces más!", añade.

Eso sí, contaron también con la ayuda de su familia para que todo fuera perfecto. La novia nos explica que "el lienzo que acompaña el seating plan lo realizó mi hermana Cayetana la mañana de la boda, era una de las tareas que tenía asignadas. ¡Todo un trabajo en equipo!".

"Igual suena un poco tópico, pero sin duda lo mejor de aquel día fue estar con nuestras familias y amigos. Ellos son los que han hecho ese día tan especial. Fue una fiesta por todo lo alto, con toda nuestra familia, nuestros amigos de siempre, amigos de fuera que no podemos ver a menudo… No falló nadie y todos estuvieron a la altura. Para Samu y para mí fue sin duda de los mejores días de nuestra vida. ¡Nos volveríamos a casar todos los años!".