Acompañadas por los melancólicos acordes del músico David Gray, canción tras canción, las modelos de la pasarela Puerta de Europa han desfilado para Modesto Lomba con sus creaciones nupciales para la temporada 2009, destilando esa sencillez aparente que se desborda de todas las prendas del modisto.
Siguiendo la línea de sus anteriores colecciones para novias, el vasco apuesta por vestidos de líneas muy marcadas, que se disuelven a la altura del escote en forma de figuras geométricas y casi minimalistas, y que han sido las claves de un desfile libre de artificios, cien por cien Lomba. En las faldas, las líneas de costura se convierten en protagonistas gracias a la sobria caída de los tejidos, incluso cortados al bies, mientras que los clásicos escotes en uve o palabra de honor se actualizan a través de volúmenes arquitectónicos que en algunos casos recuerdan a las formas más exquisitas de papiroflexia.
La gran sorpresa: el encaje, que se ha asomado tímidamente en dos o tres modelos; el tejido más característico de los vestidos de novia ha supuesto toda una novedad en el universo del diseñador, donde la línea recta es la musa indiscutible. El movimiento y la dulzura aportada por estas texturas transforman unos vestidos hasta ahora confeccionados y patronados hasta el milímetro, acercándolos al convencionalismo del traje de novia tradicional.
La mezcla de tejidos sigue siendo otro de los sellos inconfundibles del modisto, que se recrea realzando la parte superior de la silueta femenina al diferenciar radicalmente el cuerpo de la falda, que adquiere volumen gracias a los estratégicos fruncidos de la espalda. Lomba no se olvida de las colas, que parten imperceptiblemente de la zona alta de la cadera y se convierten en la extensión natural del vestido sin que apenas nos demos cuenta.
Los acabados ligeramente nacarados, los juegos con botones y las cintas lisas recogiendo el cabello se convierten en los mejores aliados de una novia sofisticada y que esconde mucho más de lo que enseña.
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