Una familia feliz en casa sonriendo.©AdobeStock

Crianza

Estas son las claves para trabajar la felicidad en casa

La falta de comunicación es clave, pero existen otros muchos factores en la convivencia familiar que entran en juego para conseguir un hogar más alegre

La felicidad es complicada; de definir y de conseguir. Nadie sabe muy bien cómo explicarla, pero es un sentimiento y estado de ánimo al que todos aspiramos. Y más desde casa, donde el objetivo de muchos padres es llegar a esa ansiada felicidad familiar. Begoña Ibarrola, con su nuevo libro Cuentos para familias felices (Destino), se ha propuesto ayudarnos en esta difícil tarea que ha de ser trabajada a diario. Ella es psicóloga especializada en educación emocional, inteligencias múltiples y musicoterapia, además de terapeuta infantil, docente y con más de 200 cuentos publicados a sus espaldas. Durante toda su trayectoria, se ha dado cuenta de que gestionar las emociones en casa es vital para alcanzar la felicidad, sea cual sea tu tipo de familia -monoparentales, padres separados o padres y madres del mismo género, por ejemplo-.

De hecho, nos cuenta, “todas las familias son distintas entre sí, pero pueden identificarse varios requisitos objetivos que deberían tener todas ellas para conseguir eso que llamamos felicidad”. Varios son los factores que nos lo impiden y varias las formas para trabajar la armonía, el diálogo, la confianza o la cooperación, entre otros muchos, que tienen como objetivo una mejor convivencia. Sobre ello, hemos hablado con ella, además de pedirle un decálogo que tener muy presente para ser felices y algunos consejos prácticos.

Qué cosas nos impiden ser realmente felices

Begoña, ¿qué nos impide ser felices en casa?

Yo creo que, sobre todo, tres cosas:

  1. Las creencias que tenemos sobre la felicidad, porque mucha gente piensa que ser feliz es estar siempre bien, siempre contento y que todo salga como esperamos. A veces, no comprende que su felicidad no depende de lo que hagan o digan los demás, sino que es una actitud interior, un estado de armonía y bienestar que uno debe cultivar.
  2. La falta de empatía, porque no existe empatía sin comunicación y, una comunicación verdadera requiere tiempo, disponibilidad, escucha activa y no juzgar, sino comprender.
  3. Por último, a veces en la familia no se cubren las necesidades emocionales de cada miembro ni el entorno permite sacar lo mejor de cada uno. Esto genera también malestar.

De entre estas tres cosas, ¿qué es lo que más suele costarnos en la convivencia familiar?

Sin duda, la falta de comunicación. Es un tema importante, pues todos los miembros de la familia pueden estar en casa y cada uno está en un lugar, haciendo cosas diferentes y sin buscar momentos para compartir, comentar las últimas noticias o hacer planes. Esto no significa que siempre deban estar juntos, por supuesto que no, pero sí que deben encontrar esos momentos que van generando un clima de confianza y bienestar. Y también tengo que apuntar a los conflictos y peleas entre hermanos. Cuando se esconden o aumenta la tensión por ellos, se impide el diálogo.

Hay que tener en cuenta que la convivencia no se da de forma automática por el hecho de estar bajo un mismo techo, aunque el significado del término así lo defina. Convivir en familia es crecer juntos, es superar las dificultades en familia, compartir los buenos y malos momentos, generar un entorno emocionalmente sano donde cada miembro pueda encontrar la satisfacción de sus necesidades, a la vez que desarrolla su proyecto de vida.

Diez consejos para reforzar el diálogo en casa

Como bien nos ha explicado Begoña Ibarrola, la falta de comunicación es una de las principales causas de una convivencia no enfocada hacia la salud emocional de todos los miembros de una familia y la felicidad en el hogar. Por ello, nos sugiere diez cosas que podemos poner en práctica para empezar con buen pie:

  1. Comentad qué cosas os hacen felices a cada miembro de la familia y, entre todos, haced una lista de momentos en los que habéis sido más felices con vuestra familia.
  2. Si escuchas a tu hijo, le demuestras que es alguien importante y que todo lo que le pasa, te interesa. Un niño que se siente escuchado se reconoce como digno de atención y de amor. Así, su autoestima crece.
  3. Es muy importante la presencia del humor en la vida familiar. Gastarse bromas es divertido siempre que no hagan daño o molesten a los demás. Podéis inventar alguna broma para cada miembro de la familia, que sea divertida y siempre desde el respeto.
  4. Colaborar en las tareas de casa nunca debe ser un castigo, sino un ejercicio de responsabilidad que ayude a todos a sentirse parte.
  5. Crear confianza en los hijos para que te cuenten “sus cosas” es un reto para los padres o madres, y la base está en el amor, la escucha activa, y el respeto sin juicios.
  6. El equipo familiar es el resultado de un vínculo poderoso donde todos sus miembros se aman de forma incondicional. Para que el equipo funcione, todos son imprescindibles.
  7. Resolver conflictos a través del diálogo refuerza los lazos familiares. Si se ocultan o no se abordan, se mina la confianza en el grupo familiar, generando resentimiento y provocando reproches.
  8. Al sentir diferentes emociones, cada uno las expresa también de forma diferente, según sea su temperamento. Comenta con tu hijo, ¿qué suele hacer cuando se enfada? ¿qué hace cuando está triste? ¿qué hace cuando tiene miedo o algo le da vergüenza? Luego pídele que te pregunte lo mismo a ti, para que vea las diferencias.
  9. Equivocarnos es propio de los seres humanos. Pero, cuando en una familia hay amor entre sus miembros, se disculpan los errores con más facilidad, y no se echan en cara una y otra vez.
  10. Juega con tu hijo antes de dormir al mismo juego. Dile que te cuente algo bonito que le haya pasado durante el día, así poco a poco podéis hacer una colección de buenos momentos.
Niño ayudando en las tareas del hogar a su madre.©Istock

Dos aspectos importantes a reforzar

Ya hemos visto, en lo que nos comenta Begoña Ibarrolla, un aspecto fundamental, que es la comunicación y fomentar el diálogo, pero, además, existen otros dos aspectos importantes: el optimismo y la cooperación, ¿cómo los reforzamos?

Consejos para un mayor optimismo

Si observamos a nuestra propia familia, desde pequeños, los niños aprenden a pensar en positivo y ver las cosas buenas de cada día, o bien, ponen el acento en lo negativo. En esto influye más el ejemplo que las palabras. Por eso, es muy importante que vigilemos la actitud que tenemos los adultos y los mensajes que les enviamos. Hay que fomentar el optimismo realista e inteligente, reconociendo la realidad, pero posicionándonos en ver el lado bueno de las cosas, buscando soluciones a los problemas, reduciendo las quejas y viendo las complicaciones como oportunidades para mejorar y aprender.

Consejos para fomentar la cooperación

Ayudar y trabajar juntos es la base de las relaciones sociales desde pequeños. Y lo es porque nuestro cerebro es social y necesita establecer vínculos. Podemos poner el foco en dos actitudes diferentes y, en la familia, hay que prestar atención cuál de estas actitudes está más presente: competir o colaborar. Para fomentar esta segunda: pide ayuda a los niños, encárgales tareas adecuadas a su edad, valora también sus iniciativas por ayudar, apoya siempre el trabajo en equipo, sin comparar nunca lo que hace cada uno y buscando la empatía.