Bebé comiendo una papilla de cereales.©AdobeStock

Alimentación

¿Son saludables todos los cereales infantiles?

Si a ti también te surge la duda, te adelantamos que el 96% de los pediatras recomiendan su consumo, pero hay quienes prefieren prescindir de ellos, como los defensores del ‘Baby-Led Weaning’

Los cereales infantiles son, a nivel global, el alimento más consumido al inicio de la alimentación complementaria de los bebés. De hecho, es el primer alimento semisólido y no lácteo que primero suelen tomar. Cuando el bebé cumple 6 meses es cuando, generalmente, se suelen incluir por primera vez los cereales (coincide con el inicio de la alimentación complementaria) y no se abandonan, de media, hasta los 25 meses de vida. Y cuando hablamos de cereales, nos referimos a las papillas de cereales infantiles.

Entre los principales motivos por los que los padres eligen darles a sus hijos papillas de cereales al iniciar la alimentación complementaria, según el Estudio sobre el papel de los cereales en la nutrición infantil que ha elaborado el Observatorio Blevit. Por una Nutrición Saludable, están:

  • Porque los pediatras les han recomendado los cereales infantiles.
  • Porque creen que son una fuente importante de nutrientes, ayudando al desarrollo y crecimiento de su hijo.
  • Porque les aporta energía y vitalidad.
  • Y, por supuesto, porque les ayuda a iniciar la alimentación semisólida y la diversificación alimentaria de una manera sencilla.

Datos que se han extraído de un estudio para conocer los hábitos de consumo respecto a este alimento, su función en la alimentación durante los primeros años de vida y su recomendación por parte de la mayoría de los pediatras. Sí, hasta el 96% de los pediatras los recomiendan, quienes nos dicen que “lo mejor es comenzar primero con el biberón y continuar poco a poco con la cuchara, haciéndolo entre una y dos veces diarias, principalmente con papillas en el desayuno y/o la cena”. Entre ellos, el Dr. Isidro Vitoria Miñana, jefe de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías del Hospital La Fe de Valencia, y Ana María López Sobaler, doctora en Farmacia y Catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad Complutense de Madrid.

Hemos querido hablar con el primero de ellos, que ha formado parte también del Comité de expertos del estudio presentado, porque con la nueva y creciente tendencia del Baby-Led Weaning (BLW), por la que los niños aprenden a comer de manera segura, natural y por sí mismos (autorregulada), las papillas de cereales infantiles pueden generar controversia.

Los cereales infantiles, ¿son productos ‘ultraprocesados’?

Como nos dice el Dr. Isidro Vitoria, “los alimentos procesados son aquellos que han soportado cambios o que han pasado por algún grado de procesamiento industrial antes de llegar al consumidor; por tanto, los cereales infantiles sí son productos procesados”.

Es por ello que, Conchi García, dietista-nutricionista y autora de De la leche al bocadillo (Ediciones Martinez Roca), que nos comentaba los beneficios del Baby-Led Weaning en este artículo, asegura en su libro que “los cereales industriales no son ni necesarios ni una alternativa saludable”. Y esto es porque:

  • La mayoría de ellos están hechos con harinas refinadas.
  • Normalmente, contienen azúcar añadido, miel, cacao azucarado e, incluso, podemos encontrarlos con sabor a bizcocho.
  • Son un producto de textura y sabor muy homogéneo.
  • Pueden estar fortificados con sales de hierro, pero de biodisponibilidad muy variable.

Es decir, confirma que son productos procesados. Sin embargo, según el estudio en el que ha participado nuestro experto, “el 70% de los pediatras recomiendan el BLW según las necesidades del bebé y, de ellos, hasta un 85% apuesta por combinarlo con la toma de papillas de cereales”. Pero, entonces ¿esto es posible?

Papillas de cereales infantiles y BLW

En este sentido, el Dr. Isidro Vitoria nos recuerda que “el lactante es capaz de compaginar la alimentación con texturas progresivas (triturado o papilla, papilla con grumos como las sémolas, chafados como las frutas maduras pisadas y trocitos como el pescado hervido) con aquella en la que introducimos alimentos troceados con los que el niño puede chupar, coger con las manos y llevárselos a la boca, en función de su apetito y sus preferencias”. Es decir, que las papillas de cereales infantiles y la BLW serían complementarios.

De hecho, nos cuenta, “algunos padres prefieren hacer ellos BLW con sus hijos y que otros cuidadores o familiares les ofrezcan alimentos triturados. Los niños, ante esto, no tienen inconveniente”. Es más, “el desarrollo psicomotor del lactante es lo suficientemente complejo y rico como para poder comer de ambos modos”.


En este sentido, le hemos querido preguntar ¿qué es mejor, una papilla de cereales industriales o un plato de avena cocida con leche? A lo que nos responde que “la harina de avena aporta una cantidad de energía y fibra comparable a los cereales infantiles, pero que su contenido en hierro es aproximadamente la tercera parte”. Sin embargo, Conchi García, hablando siempre del consumo de cereales de grano completo (no refinado), “estos nos ofrecen todos los nutrientes necesarios y, además, es beneficioso en la prevención de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II e, incluso, algunos tipos de cáncer”. Eso sí, se aconseja su introducción progresiva a partir de los 6 meses.


Cereales infantiles actuales, ¿cómo elegirlos bien?

Actualmente, se elaboran cereales infantiles sin azúcares añadidos, ni azúcares producidos (aquellos que se generan a través del propio proceso de dextrinización y que se eliminan para reducir el contenido en azúcares). Además, se emplea el grano completo o cereales integrales, que aportan más fibra y no afecta a la digestibilidad de las papillas. Por tanto, si sabemos elegir los cereales y cumplen con estos requisitos, “los pediatras recomendamos de forma mayoritaria la introducción de los cereales infantiles”.

Para ello, como nos explica el doctor de manera práctica, debemos fijarnos en lo siguiente:

  • Tienen que tener un 0% de azúcares producidos y un 0% de azúcares añadidos, evitando así que el bebé se acostumbre a sabores excesivamente dulces y a un consumo habitual. Son azúcares libres, para reconocerlos en las etiquetas, los llamados monosacáridos (glucosa, fructosa) y disacáridos (sacarosa y maltosa sobre todo) presentes en alimentos (como la miel o los zumos de frutas o los antiguos cereales infantiles) o añadidos con el procesado.
  • Aproximadamente la mitad de los cereales de sus ingredientes deben ser integrales, lo que supone un aporte de fibra y minerales adecuado en la capa externa del grano del cereal. Es decir, conservan el gran completo. De este modo, aportan más fibra, necesaria para el tránsito intestinal, y tienen un sabor menos dulce con lo que no favorecen el consumo de alimentos dulces posteriormente.
  • Que no tengan conservantes, ni sales añadidas, ni saborizantes artificiales y completamente libres de transgénicos.
  • Deben ser ricos en hierro, una de las causas, nos cuenta el doctor, de su recomendación: “el hierro que aportan los cereales infantiles son fundamentales para alcanzar las necesidades diarias de este nutriente, con una función vital en el desarrollo psicomotor del lactante”. Hay que saber que, actualmente, se recomienda que la cantidad de alimentos proteicos ( carnes, pescados, huevos) sea menor para evitar obesidad posterior. Por ello, el aporte de hierro de estas fuentes está limitado y contar con el hierro de los cereales es un valor añadido.

Por último, deberíamos elegir unos que no contengan gluten, un nutriente que se empieza a introducir a partir del sexto mes. Por lo que, si vas a iniciar la alimentación semisólida antes, los descartaríamos.

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