Marta Sánchez, en su nueva casa de Ibiza; 'Aún no he superado la muerte de mi hermana'

Por hola.com

—Eso va por los dos.
Por los dos. Yo creo que parte de nuestro éxito es que cada...,somos muy parecidos en ese sentido.
—Cada «maestrillo tiene su librillo».
Yo soy muy detallista, una mujer de mimar a su marido. Cocino muy a menudo para él: le hago desayuno, comida, cena... Aunque tenemos una persona que nos ayuda en casa, a mí me gusta mimarle en ese sentido.
—Marta, tanta dedicación puede llegar a ser agobiante.
Por eso. Estoy pendiente de él, pero sin ser pesada. Me gusta dejarle trabajar todos los días tranquilo. Jesús es una persona que se ausenta muchas horas al día por su trabajo.
—Y por eso cuando regresa nunca hay un problema en casa.
Jesús es dueño de una productora de publicidad y tiene sobre él mucha responsabilidad. Llega bastante tarde todos los días. Y, bueno, le dejo que haga su trabajo, igual que él también me lo concede a mí.
—Es que si hubiera celos, sería terrorífico.
Con nuestros trabajos, horrible. Chocaríamos. Nunca me olvido de decirle que le quiero. Soy muy cariñosa y le mimo con regalos, pero sin pasarme. No hay que malacostumbrar a los hombres.
—Tampoco tú eres una mujer de excesos.
No, nunca lo he sido. En ningún sentido.
—Luego errores no habrás cometido muchos.
Y tras haber sido madre, más. Ahora me doy cuenta de todos los errores que pude cometer con mis padres y en qué les hice sufrir.
—Pareces no tener ninguna duda al respecto.
Fíjate, pues desde ya mismo con primeras rabietas que ya estoy comenzando a experimentar las tremendas rabietas de mi hija con tan sólo año y medio. Es una niña con mucha personalidad.
—Ya, pero aún queda la pubertad, los estudios, las discotecas, salir por la noche, comenzar a no dormir hasta que no oyes abrir la puerta de la calle...
Ahora me doy cuenta de eso y, de paso, de lo que yo les pude hacer pasar a mis padres en su día, porque me acuerdo perfectamente de cada «disgustito» que les di. Yo empecé a ser ya «fuertecita» a los quince años. A esa edad ya empecé a dar guerra...
—Alguna satisfacción les darías también.
Hombre, sí. En ese aspecto, estoy muy tranquila.
—Dices que eras guerrera.
Más bien curiosa. Me gustaba conocer gente.