Rod Stewart y Penny Lancaster nos muestran por primera vez a su hijo, Alastair

Por hola.com
—¿Qué hay de los padrinos? ¿Han pensado en eso?
R. —Hasta ahora, todo lo que sabemos es que queremos que le bauticen en Escocia, en Leith, cerca de Edimburgo, de donde procedía mi padre.

—¿Van a ir mucho más a la iglesia ahora que en el pasado?
R. —Sí. Creo que yo empecé a ir a la iglesia después de que me operasen la garganta y luego aún más después del once de septiembre, para decir: ‘Dios, bendice, por favor, a esta gente y haz que nos demos cuenta de lo afortunados y felices que somos’.
P. —También rezábamos uno por el otro, por hallar un futuro juntos. Y ahora se trata de darle gracias por el bebé. Tras su nacimiento, le llevamos a la capilla del hospital, que tiene un hermoso techo abovedado con una paloma volando arriba, y entonces levantamos a nuestro bebé y dijimos: ‘Dios, te damos las gracias por dárnoslo’.

—Rod, ¿cuánto ha madurado desde que está con Penny? ¿Ha tenido ella un gran efecto en su vida?
—Una vez que estás en una relación que esperas que dure para siempre, eso te cambia. Me siento muy, muy contento y muy feliz en el lugar en que estoy ahora mismo. Estoy más feliz y más enamorado que nunca y le he dicho eso a Penny muchas veces. Ella no me ha cambiado, pero su alma noble ha influido en mí. Me he convertido en una persona más comprensiva y sensible. Ahora mismo, mi vida es tan perfecta como podría ser... Y si el Celtic gana el sábado, aún sería más fantástica.

—Ha habido rumores de que está planeando vender esta casa.
R. —No, en absoluto. Llevo aquí casi veinte años y es mi hogar.
P. —Es extraño y no sabemos cómo surgió el rumor. Creo que surgió después de que Rod anunciase que iría a tomarse un año sabático y pasaría la mayor parte del tiempo en Los Angeles.

—¿Dirían que éste es su mejor regalo de Navidad?
P. —Sin duda. Cuando llegamos a casa desde el hospital y entramos en el salón, estaba sonando ‘Gloria al Rey recién nacido’ (‘Glory to the newborn King’). Así fue, las lágrimas brotaron en abundancia, y Rod me dio un enorme abrazo. Luego, nos sentamos en la ‘nursery’ y él estuvo leyendo un pequeño poema de un libro que describe cómo los hijos cambian nuestras vidas. Había una parte muy conmovedora y ambos empezamos a llorar.

—¿Saben ya dónde pasarán el día de Año Nuevo?
P. —Acabamos de comprar una casa en el Sur de Francia y nos gusta la idea de ir allí unos días por Año Nuevo, sólo nosotros y el bebé. Luego volveremos aquí unos días antes de regresar a Los Angeles, haciendo de paso una escala en la casa de Palm Beach.

—¿Qué hay de los planes de boda?
R.—¡Ella ha cambiado de opinión ahora que tiene el bebé!
P. —Cuando esté totalmente bien y consiga una normalización con el bebé, será maravilloso tener un proyecto en el que centrarse y empezar a organizar eso.

—¿Dónde será?
R. —Probablemente, en la Provenza, ahora que tenemos casa allí. No es una mansión, pero es hermosa, con vistas espectaculares sobre la costa.
P. —Será algo pequeño, pero a la vez entrañable en algún momento, en junio. Yo iré vestida de color marfil o crema. Sin duda, no será rosa ni azul. Y por ahora, ¡eso es todo lo que sé!

—¿Pudieron alguna vez creer por estas fechas el año pasado que ahora estarían aquí, comprometidos, con un bebé recién nacido y planeando una boda para el verano?
P. —Decidimos por estas fechas el año pasado que intentaríamos hacer todas esas cosas, y lo hemos hecho. Las Navidades son una época para reflexionar y mirar atrás, a lo que ha sucedido, y sin duda, tenemos mucho que celebrar y por lo que estar agradecidos.
R. —Este ha sido un año asombroso y me sorprende que todo parece haber encajado tan hermosamente a lo largo de los últimos doce meses. No podríamos ser más felices.