Entrevista con Chenoa: 'David Bisbal no es ningún príncipe azul, sino...'

Por hola.com

Iba para bailarina, pero un día decidió ser cantante. Es decir: en vez de cisne eligió ser paloma. Hasta los catorce años, María Laura Corradini se dedicó al baile clásico. Pero en 1992 decidió formar una banda y estrenó nuevo nombre, Chenoa, a modo de personalización de ‘xenoa’, que en la lengua de los indios sioux significa paloma blanca. —Me gusta —nos dice ahora— la delicadeza de esa imagen, que contrasta con el moreno de mi piel y con mi carácter. Nacida en Mar del Plata (Argentina), a los ocho años se trasladó con sus padres —un bajista y una cantante— a Palma de Mallorca.

—He sabido lo que es el desarraigo, algo indudablemente duro al principio. En tu mentalidad infantil lo ves incluso injusto y sientes mucha soledad. Yo hablaba con un acento del que los otros niños se reían. No teníamos dinero. Fue difícil. Después te adaptas para sobrevivir, y poco a poco todo empieza a transcurrir de un modo diferente. Hasta el punto de que hoy en España me consideran una cantante mallorquina.

A partir de su aparición en ‘Operación Triunfo’, la vida de Chenoa cambia por completo. Y a partir de 2002 graba tres discos. El último de ellos, ‘Soy mujer’, obtuvo en la primera semana de ventas un doble platino. A los tres años imitaba a Nikka Costa, y a los once le dijo a su madre que quería ser cantante.

—Ella, que conoce bien el paño de esta profesión, me respondió: ‘No sabes lo que te espera. Los primeros pasos son durísimos’. Después aprobó mi decisión con una condición: que no abandonara los estudios. Y así hice. Seguí estudiando y empecé a recibir clases de canto, solfeo, piano e inglés. Mi primera apuesta fue la banda que formé con tres chicos. Éramos los BBC (bodas, bautizos y comuniones). Cuatro años más tarde conseguí mi primer trabajo como educadora infantil. Después me fui a vivir sola e ingresé como cantante en el casino Palladium, de Mallorca, mi gran escuela. Yo soy casinera y cabaretera. Me encantan las plumas y el brillo. Es mi otro mundo, y lo defiendo a muerte.