Lisa Marie Presley nació en febrero de 1968 y vivió en Graceland, la famosa mansión del cantante, hasta que cumplió los cuatro años, cuando sus padres se separaron. La niña se trasladó entonces a Los Ángeles con su madre, aunque pasaba largas temporadas en Memphis. Lisa Marie idolatraba a Elvis y este, a su vez, adoraba a su hija, se sentía fascinado con su pequeña princesa, tal y como la llamaba, y la consentía todos los caprichos, incluidos abrigos de visón, carísimas joyas y hasta un cochecito de golf con el que la niña se movía por los jardines de la mansión.
En una ocasión alquiló un avión particular para que la pequeña pudiera jugar con la nieve en Utah. El capricho le costó tres millones de pesetas de las de entonces.
Se volvió una malcriada niña rica que vivía entre la disciplina impuesta por Priscilla y la indulgencia de los adultos que había en Graceland: "Nadie se ocupaba de mí. Y todos temían a mi padre. Me comportaba como una auténtica déspota".
Elvis murió el 16 de agosto de 1977. Lisa Marie estaba en Graceland y circulan dolorosas historias de cómo descubrió el cuerpo sin vida de su padre, y después de llamar a su mejor amiga para contárselo, se puso a dar vueltas en su cochecito de golf. Lisa Marie ha confirmado que efectivamente "estaba allí", pero no quiere hablar de un episodio especialmente doloroso para ella.
La personalísima canción de su disco "Lights Out", que se centra en el tema de la muerte y de la pérdida, es un homenaje agridulce a la tumba de su padre.
Cuando canta, la voz de Lisa Marie recuerda a la de Cher y a Sheryl Crow, y mirándola de cerca por primera vez sobre el escenario, con sus profundos y vivos ojos azules, la forma de fruncir sus labios y sus movimientos de cadera, todos coinciden en que el parecido con su padre es sorprendente.