—Estoy muy orgulloso de mis propios hijos. A Mary le va fenomenal con la fotografía, tiene muy buen ojo, como su madre. Stella ha logrado hacerse un nombre en el mundo de la moda, como todo el mundo sabe. Tiene el talento de entender lo que la mujer quiere ponerse, y ese instinto femenino le está dando muy buenos resultados. Me encantan sus diseños e intento ir a todos los desfiles que puedo. No podría sentirme más orgulloso de ella, y me pasa lo mismo con todos mis hijos.
—Debe echarles mucho de menos en las giras…
—Sí. Pero tenemos mucho tiempo libre. Hicimos la primera parte de la gira en Estados Unidos y después nos tomamos libre el verano para recargar pilas. Luego volvimos a Norteamérica en otoño, tras la emoción de tocar en México y del placer de visitar Japón. Si se considera en conjunto, puede asustar un poco, pero si se considera así, en secciones, resulta menos intimidante. Parece como una buena diversión, casi como un montón de pequeñas vacaciones.
—A medio recorrido de la primera parte de la gira estadounidense notaron que las multitudes estaban convirtiéndose un poco en las multitudes de los Beatles en cuanto a entusiasmo. ¿Es de esa energía de la que habla?
—Verdaderamente, es la intensidad de su reacción. En los primeros tiempos de los Beatles fuimos a Estados Unidos y esperábamos tener buen público, pero la intensidad que experimentamos fue inesperada. Y esta gira está siendo lo mismo en ese sentido, porque la intensidad de sentimiento desde el público es algo que no se puede evitar, que te emocionará.
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