Cocina Ext.

Bertín Osborne nos enseña por primera vez su bodega en La Rioja alavesa

Allí se produce y embotella su vino Conde del Donadio, título nobiliario que ostenta su padre, que también es accionista

Bertín posa en el interior de su recién restaurada bodega.


En pleno corazón de La Rioja alavesa, en Labastida, a pocos kilómetros de Haro, Bertín Osborne ha decidido emprender una nueva actividad, que le es absolutamente familiar.

Bertín, ¿era ya una bodega?
Sí, era una gran bodega semiabandonada de una gran marca de los años sesenta.

¿Cuánto tiempo te han llevado las obras?
Aproximadamente dos años, pero yo entré hace uno.

La decoración es muy distinta a la de cualquier bodega, ¿con qué finalidad?
Era dificilísimo hacer algo original y bonito con veintiocho mil metros cuadrados de naves puras y duras.

¿Por qué una bodega?
Es un negocio en el que he trabajado antes de comenzar a cantar. Me es muy familiar y desde siempre he tenido mucha afinidad. Recuerda que trabajé en Rumasa cuatro años vendiendo vino y ahí me enamoré de esta profesión. Aprendí mucho y también disfruté trabajando allí.

¿Cuál es tu trabajo en la bodega?
He hecho todo, desde la idea hasta la estructura comercial. Empecé solo, pero en seguida se unió Fabiola al equipo, me ayudó a arrancar y prácticamente lo hemos hecho todo juntos.

¿La decoración también es tuya?
No, esa parte la han hecho dos grandes decoradores, Pedro Vicente Ortega y Jull Dziamski, alemán, conocido por decorar los restaurantes de Michael Schumacher.

¿Hay más accionistas?
Mi padre, Fabiola y A. López Carrizosa.

¿Eres un entendido en vinos?
Hoy en día hay muchos menos entendidos en vino de los que parece que hay. El refranero español, que es muy sabio, dice: «Hasta el más tonto hace relojes». Yo diría que cualquiera hoy día dice que entiende de vinos. De lo que sí estoy seguro es que en España entendemos de beber vino y de vinos entiende muy poca gente. Yo a lo largo de los años he aprendido un poco. Si tienes al lado gente que verdaderamente sabe y te enseña, a base de tiempo se aprende.

¿En qué se diferencia un vino bueno de uno malo?
Es difícil explicar. De nuestros cinco sentidos, el olfato, el sabor y la vista los utilizas para distinguir el vino, es una mezcla de cosas. No soy químico ni enólogo, ya que éste último sí podría decirte por qué un vino es bueno o es malo. Personalmente te puedo decir el que me gusta y el que no, y, casualmente, el que me gusta es bueno. Me gusta un tipo de color, un tipo de aroma y un sabor muy determinado. Yo soy bebedor de albariño y rioja, y también de sidra asturiana. De esas tres bebidas sí te digo sin equivocarme cuál está buena, regular o mala.