Se conocieron en una fiesta organizada por Tomás Terry, en Madrid, para promocionar sus vinos y brandies y, aunque Isabel no se prendó del todo del romántico cantante, aceptó, sin embargo, asistir con él a un recital de Juan Pardo. Y el resto ya es historia. Se casaron en 1971, en Illescas, Toledo, y se separaron siete años más tarde cuando la carrera triunfal de Julio se convirtió en un obstáculo. Porque, si en los primeros tiempos de matrimonio Isabel fue la compañera infatigable del cantante, el nacimiento de los niños, Chábeli (1971), Julio (1974) y Enrique (1975) les obligó a permanecer en su casa de Madrid. Un piso que estaba ubicado en el mismo edificio donde vivía su gran amiga, Carmen Martínez Bordiú, y el marido de ésta, Alfonso de Borbón, duque de Cádiz.
Isabel inspiró a Julio. Fue su musa y su gran amor hasta que un día, cansada de leer noticias sobre supuestas relaciones con otras mujeres, decidió que era el momento de poner punto y final. Primero, saliendo discretamente con sus amigos a fiestas y cenas. Finalmente, pidiéndole la separación y diciéndole adiós.
Se produjo, definitivamente, la ruptura en el verano de 1978. Y, poco después, a través de la diócesis de Brooklyn, Nueva York, llegó la nulidad matrimonial. Julio Iglesias suspiró durante meses por una reconciliación, le cantó canciones de amor para romperle el corazón, pero Isabel había emprendido una nueva vida: se había enamorado de Carlos Falcó, un marqués, grande de España, separado y padre de dos hijos y casi desconocido para los españoles.

Fiebre del sábado noche
Se conocieron durante la proyección privada de la película Fiebre de sábado noche, de Travolta, salieron juntos durante algunos meses y se casaron, en 1980, en la finca Casa de Vacas, Toledo, y fueron padres de Tamara, un año más tarde. Por su educación europea, -es ingeniero Agrónomo- el marqués de Griñón, además de compañero y amigo, fue para ella, ante todo, un hombre liberal, culto, tolerante y con gran sentido del humor. Junto a él, de hecho, encontró durante algunos años la tranquilidad y la paz que no tuvo en el matrimonio con Julio Iglesias. Además, Isabel pudo construir un hogar de verdad. Porque, aunque Carlos Falcó viajaba con frecuencia, rara era la noche en la que por trabajo, no podía volver a casa con su familia.
En 1984, comienzan a circular rumores sobre el distanciamiento del matrimonio y, en 1985, aunque ellos inicialmente niegan todos los comentarios, acaban confirmando su separación. Para entonces, eran ya imparables los comentarios que vinculaban sentimentalmente a Isabel Preysler con Miguel Boyer. El entonces ministro de Economía y Hacienda, que pronto abandonaría el Gobierno socialista para ocupar la presidencia del Banco Exterior de España, y la marquesa de Griñón vivían, con todas las consecuencias, una gran historia de amor.