Rafa Nadal confiesa en su autobiografía lo difícil que fue para él la separación de sus padres: 'Eran el pilar de mi vida y ese pilar se había desmoronado'

Por hola.com

Todos conocemos los triunfos deportivos de Rafa Nadal, pero sabíamos pocos detalles de su vida privada, ya que el tenista es una persona discreta y reservada. Pero ahora ha publicado su primera autobiografía, junto al periodista inglés John Carlin, titulada Rafa, donde relata algunos de los momentos que han marcado su vida. El libro ya está a la venta en Estados Unidos y el próximo mes de octubre saldrá en España.

 

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Entre estas 250 páginas, cuenta que una de las cosas que más le ha costado superar no han sido duros rivales, sino la separación de sus padres. "Mis padres eran el pilar de mi vida y ese pilar se había desmoronado", explica. "La continuidad que tanto había valorado en mi vida se había roto por la mitad, y el orden emocional del que dependía había recibido un golpe terrible". Un triste capítulo de su vida que, sin quererlo, interfirió en su carrera profesional porque, como ha confesado, había perdido el entusiasmo: "Estaba deprimido, me faltaba entusiasmo. En la superficie permanecía como un tenista autómata, pero el hombre dentro de él había perdido todo el amor por la vida".

Pero sin duda, el momento más difícil de su carrera fue cuando le detectaron una lesión congénita en su pie izquierdo. Desde que era un niño Nadal ha dedicado su vida al deporte y por esta lesión vio peligrar su futuro deportivo. Fue en 2005, después de conseguir una victoria frente al croata Iván Ljubicic, en la final del Masters 1000 de Madrid, en la Caja Mágica, cuando le diagnosticaron una lesión en un pequeño hueso de su pie, el escafoides del tarso. “El diagnóstico fue como un tiro en la cabeza y me dejó sin apetito por la vida”, confiesa.

 

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En ese momento, se planteó dejar el tenis y dedicarse a jugar al golf. Pero gracias a un calzado especial, a los cuidados de fisioterapeutas y al entrenamiento consiguió seguir adelante con su sueño y unos años más tarde consiguió proclamarse número uno del mundo. "El hueso aún me duele. Permanece bajo control, pero nunca podemos bajar la guardia", dice Rafa.

Además de recordar estos momentos tristes, también recuerda en este libro uno de los días más felices de su vida como tenista, las cuatro horas y 48 minutos que describe como las “más intensas”, que dieron paso a “una invasión de alegría pura”. Se trata del día en que ganó a Roger Federer en la final de Wimbledon: "Me derrumbé en el suelo sobre mi espalda, con los brazos extendidos, los puños cerrados, disfrutando del triunfo. El silencio de la pista central dejó paso al júbilo y yo sucumbí, al fin, a la euforia del público, dejando que me inundara, liberándome de la prisión mental en la que viví desde el comienzo hasta el final del partido; todo el día, la noche anterior, las dos semanas completas".

 

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En todos estos momentos, tanto buenos como malos, ha estado a su lado su familia y entre ellos, quien ha jugado un papel muy importante ha sido su tío Toni, que es su entrenador. Por eso Nadal ha querido subrayar en esta biografía la influencia que ha tenido sobre él y, aunque algunas veces se ha enfadado con él por hacerle renunciar a muchas cosas, ha sido quien le ha ayudado a hacer su sueño realidad: "Estableció muy pronto un punto de referencia en cuanto a la resistencia, que me ha servido como ejemplo y como recordatorio de que si quieres algo realmente, no existe sacrificio demasiado grande". Sin duda, unas lecciónes que han hecho de Rafa un deportista irrepetible.