Así da gusto. Sin dramas ni malos rollos, sin reproches ni escenitas. Todo lo contrario. Francisco Rivera Ordóñez y Eugenia Martínez de Irujo han puesto fin a su matrimonio de derecho (que hace años que ya no de hecho) y lo han escenificado con una notable sonrisa. En el caso de Eugenia, aún más elocuente: de oreja a oreja. O se han convertido en el colmo de la buenas maneras y el civismo o hay ciertas dosis de ficción en su actuación. Vale que cada uno ha rehecho su vida por su lado y que cada cual se muestra más feliz (si es una competición, hasta ahora gana Eugenia), pero firmar un divorcio no deja de ser un trago muy amargo. Con la ratificación que firmaron el pasado día 21 de diciembre en los Juzgados de Madrid se pone fin a un matrimonio que comenzó hace siete años, lo cual no deja de ser un fracaso por muy asumido que lo tuvieran. Eugenia y Francisco llegaron cada uno por su lado a los Juzgados de Familia, Tutela e Incapacidades. Lo hicieron cada uno acompañado por sus respectivos abogados. Una vez en el interior, donde permanecieron por espacio de una hora, ratificaron ante el juez su intención de divorciarse.
Aunque fue Francisco el que inició los trámites, el proceso se ha desarrollado por mutuo acuerdo. De esta forma, este encuentro ante el juez no ha supuesto nada más que refrendar el acuerdo de separación notarial que firmaron hace ya tres años. Fue el pasado mes de agosto coincidiendo con el comienzo del noviazgo entre Eugenia y Gonzalo Miró cuando el torero solicitó el divorcio. Ahora, cuatro meses después, se pone punto (¿y final?) a su unión. Y se pone en duda por sus múltiples idas y venidas. Aún hay voces muy cercanas que se resisten a creer que éste sea el verdadero final. No es un secreto que siempre ha existido una atracción muy fuerte entre los dos y que se han movido en la delgada línea roja que separa los sentimientos más encontrados. La pareja hizo durante muchos años funambulismo sobre esa línea y aunque en una de sus piruetas perdieron el equilibrio y cayeron, siempre queda la red. Aunque hoy por hoy parece impensable que ese supuesto pueda llegar a algo más, sus cercanos no pierden las esperanzas: creen que están hechos el uno para el otro.
A partir de ahora, Cayetana, la hija de la pareja, vivirá con su madre y el régimen de visitas será el mismo que firmaron ante notario hace tres años: fines de semana alternos con una gran flexibilidad de horarios, como ha quedado patente a lo largo de los últimos tiempos. La patria potestad, así como la guarda y custodia serán compartidas. En cuanto a la cantidad económica que Francisco tendrá que pasar a su hija en concepto de manutención, oscila entre dos y tres mil euros mensuales. La referente a la sociedad de gananciales, ésta no existe, ya que se casaron en régimen de separación de bienes. Por último, recordaremos que en todo este proceso la disposición por ambas partes, es decir, Eugenia y Francisco, ha sido muy buena en todo momento y, a día de hoy, la relación entre la duquesa y el diestro es correcta; cordial la que actualmente existe entre Francisco y la familia Alba y excelente la que une al diestro con la duquesa de Alba, como lo prueba el hecho de que Francisco haya estado estos días en la casa de los condes de Salvatierra y en el palacio de Liria, donde ha coincidido con Gonzalo Miró y los Martínez de Irujo.