Athina Roussel Onassis, hija de Cristina Onassis, nieta y única descendiente directa viva del mítico armador griego Aristóteles Onassis, recibió el 29 de enero del 2003, al cumplir dieciocho años, su fabulosa fortuna, tal y como su madre, Cristina Onassis, estipuló en su testamento manuscrito y que, casi como una fatal premonición, había firmado en París apenas cinco semanas antes de su trágica muerte.
Cristina fue encontrada muerta el 19 de noviembre de 1988 en la bañera de la habitación que ocupaba en el Tortuguitas Country Club de Argentina y así, con sólo tres años, Athina comenzó a ser llamada 'la niña más rica del mundo' mientras la administración de su fortuna era disputada por los consejeros griegos designados por su madre y su padre, Thierry Roussel.
El testamento de Cristina
Cristina Onassis escribió de su puño y letra un testamento de cuatro páginas en el que estipulaba que seis personas (entre ellos los cuatro miembros de la Fundación Alexander Onassis que iban a administrar las propiedades de Athina) recibieran cierta cantidad de dinero anual así como que Thierry Roussel, su cuarto marido y padre de Athina, percibiera 1.420.000 dólares anuales (actualmente, más de un millón seiscientos mil euros).
"El resto de mis bienes -continuaba el testamento- de cualquier clase y condición que sean inmuebles o personales tangibles o intangibles los dejo y lego a mi amada hija Athina para que sean suyos absolutamente a condición de que hasta que ella alcance su mayoría de edad sean prudente y diligentemente administrados por un consejo constituido por las siguientes cinco personas: Thierry Roussel, Stelio Papadimitriopu, Paul Ionnadis, Apostolos Zambellas y Theodore Gaurilidis".
El imperio de Cristina
El legado de Cristina incluye la mitad de los bienes de Aristóteles Onassis (la otra mitad se destinó a la fundación Alexander Onassis) así como la herencia de Athina Livanos, primera esposa de Onassis y madre de Cristina. A su muerte, sus propiedades incluían el rascacielos Olympic en Nueva York (cuya participación fue después vendida), una importante flota naviera, el hotel Metropole de Montecarlo, un imperio industrial con refinerías, empresas de turismo, fábricas de alimentación e inmobiliarias además de cuatro jets privados y dos yates, Athina R. y Alexandros.