Coincidencias y divergencias en las bodas de la Duquesa de Alba y sus hijos

Por hola.com

Jacobo Fitz-James Stuart, XVII duque de Alba, tiró literalmente la casa por la ventana para casar a su única hija y heredera, Tana la duquesita de Montoro, como se referían a ella las crónicas de sociedad de la época. Era 1947 y a Cayetana Fitz-James Stuart se la calificaba como "la segunda novia más apetecible de Europa" tras la otra novia del año, la princesa Isabel, futura reina de Inglaterra. De la boda se hicieron eco los diarios internacionales Liberation, New York Times, Daily Mail, Telegraph y Los Angeles Times y se estima que costó unos veinte millones de pesetas. Una más que considerable fortuna en la España de 1947.

La cita era en Sevilla y en octubre. La ceremonia que uniría en matrimonio a la futura duquesa de Alba con Luis Martínez de Irujo, hijo del duque de Sotomayor, se celebró ante el altar mayor de la catedral, privilegio concedido por el arzobispado. Los padrinos eran los condes de Barcelona que al estar exiliados fueron representados por el duque de Alba y la duquesa de Almodóvar del Río. El banquete tuvo lugar en el palacio de Dueñas y asistieron dos mil quinientos invitados. Cincuenta cocineros, a las órdenes de veinte chefs y seis jefes pasteleros, trabajaron sin descanso toda la noche para servir el extraordinario banquete nupcial. Del cóctel se encargó el mítico Perico Chicote, el mejor barman del momento, que tuvo a cincuenta camareros ayudándole.

La novia llevaba ese día un vestido de raso natural blanco con encaje de Bruselas antiguo, velo de tul y la impresionante diadema de brillantes que perteneció a la emperatriz Eugenia de Montijo y que fue la que prestó a su hija para su boda con Francisco Rivera.

Boda con Jesús Aguirre en Liria
Totalmente distinta fue la boda de la duquesa de Alba con Jesús Aguirre Ortiz de Zárate el seis de marzo de 1978, seis años después del fallecimiento de Luis Martínez de Irujo. Tanto la ceremonia eclesiástica como el banquete tuvieron lugar en el palacio de Liria y todo se celebró en la más estricta intimidad. Sólo asistieron la familia de la Casa de Alba, un lugar destacado fue para los seis hijos de la duquesa, y la madre del novio. El padrino fue el hijo mayor de Cayetana, Carlos, duque de Huéscar, y la madrina, la madre del novio, Carmen Ortiz de Zárate. La sociedad, escandalizada, no entendía que Cayetana se fuera a casar con un ex sacerdote... Y los amigos del ex sacerdote, no podían creer que él fuera a casarse con Cayetana, la gran duquesa. Se habían conocido sólo unos meses antes en Marbella en el chalé de los duques de Arión, aunque en aquel primer encuentro apenas se fijaron el uno en el otro.

Boda del duque de Huéscar y Matilde Solís- Beaumont
"Boda del año en Sevilla, boda del año en España" decían los titulares cuando Carlos Fitz-James Stuart, el primogénito de la Casa de Alba, se casó en la catedral con la aristócrata sevillana Matilde Solís-Beaumont y Martínez de Campos, hija de los marqueses de la Motilla. El primogénito de la Casa de Alba, y heredero de los todos los títulos nobiliarios que hoy posee su madre, contrajo matrimonio el 18 de junio de 1988 cuando faltaban unos meses para que cumpliera los cuarenta años. La novia tenía veintitrés años.

La ceremonia eclesiástica fue oficiada por el sacerdote Manuel Solís, hermano de la novia, ante al altar mayor de la catedral de Sevilla y Matilde se convertía así en la tercera mujer que en el pasado siglo tuvo el honor de contraer matrimonio en él, antes lo habían hecho Su Alteza Imperial doña Esperanza de Orleáns-Braganza y la duquesa de Alba, las dos presentes en el enlace. Años después, en marzo de 1995, la gran verja dorada volvía a abrirse con motivo de la boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Sevilla y los sevillanos se volcaron con los novios, no en vano con esta boda se unían dos familias de rancio abolengo muy conocidas y queridas en la capital hispalense. Miles de sevillanos salieron a la calle para aplaudir a la novia que salió de la casa palacio de sus padres, en la calle Cuna, y al novio, que, acompañado de su madre y madrina, recorrió las calles sevillanas en un coche de caballos descubierto tirado por mulas.

Para Matilde, el diseñador Cerezal creó un traje de novia de líneas puras y sencillas respetando la personalidad de la que siempre ha hecho gala la hija de los marqueses de la Motilla. El vestido, en organza y seda, llevaba un pequeño escote redondo en la parte delantera que se convertía en pico en la espalda. La cola, de cinco metros, era abullonada, "ocupa ocho escalones", decían los sevillanos. La novia lucía también la espectacular diadema rusa que es propiedad de la duquesa de Alba. El que será XIX duque de Alba, por su parte, se casó con el uniforme de Maestrante de Sevilla. Los duques de Soria representaron a la Familia Real Española y en la calle un cantaor repetía: "Nunca tanta mantilla se diera cita /por las calles y plazas de mi Sevilla/...como se dio cita en la boda de la Motilla" . La llamaron la ‘boda de las mantillas’ como también se denominaría años más tarde a la boda de Eugenia Martínez de Irujo.

El banquete, al que acudieron mil quinientos invitados, tuvo lugar en el palacio de los marqueses de la Motilla como curiosidad decir que no se preparó ningún plato caliente dada la configuración de la casa de los padres de la novia y el elevado número de invitados ya que suponía un riesgo para las cocinas. Carlos Fitz-James Stuart y Matilde Solís-Beaumont tuvieron dos hijos, Fernando, de quince años, y Carlos, de trece. La ruptura matrimonial se produjo en el año 2000 y hoy Matilde está casada con el sevillano Borja Moreno Santamaría. Por su parte, al duque de Huéscar se le relaciona con la empresaria Alicia Koplowitz.