Cecilia Bolocco: "Que digan lo que quieran de nosotros, nuestro amor es más fuerte que nunca"

Por hola.com
—¿Quién llama a quién?
—El me llama, la verdad es que yo debía llamarle algunas veces, pero tenía que pasar por cincuenta personas antes de llegar, así que él es el que me llama directo. El, que nunca andaba en su vida con un teléfono en la mano, ahora sí, ahora va con un teléfono en la mano y me llama. Y siento que él disfruta con lo que hago.
—¿Te ha costado trabajo decirle que volvías?
—¡Oh, no! Al contrario, él fue quien me empujó. La verdad es que cuando me fui lo hice con mucha alegría, porque lo necesitaba en aquel momento, y no me arrepiento de haberlo hecho. Cuando me fui dije frente a la cámara de televisión «hasta siempre». Y ahora, cuando vuelva, diré..., no lo sé, nada escrito, lo que me grite mi corazón o simplemente mirando a la cámara, con una mirada que lo diga todo.

Digan lo que digan
—Cecilia, a fondo, en vivo y en directo, ¿qué les decimos a los que dicen que tu matrimonio está en crisis?
—Nada, que cada cual piense lo que quiera. Yo pienso que siempre hubo conjeturas respecto a nuestra relación, por la diferencia de edad… Había más obstáculos que puentes que nos unieran, pero había una cosa que no todos han considerado y que no todo el mundo comprende: el amor. El amor surge y no hay barrera que se anteponga a dos personas que experimenten ese sentimiento mágico. Fue un momento difícil, porque cuando tomé la decisión de casarme con él, fue una decisión completa, absoluta, de mente, de cuerpo y alma, y antes de tomarla tuve miedo, pero también me di cuenta de que era lo que mi alma me pedía.
—Es que tú siempre has dicho que por delante de tu cabeza va tu corazón.
—Y así ha sido. Cuando uno revisa lo que ha hecho, me digo: «Cecilia, tú estabas en la cúspide de tu carrera, trabajando como periodista de la CNN, y lo dejaste para irte a los Estados Unidos a trabajar en un canal latino», y lo hice. Mira, siempre hice lo que tuve ganas de hacer, y cuando algo me prende en el corazón, no puedo huirle.
—Insisto, al corazón le pregunto, ¿cómo está tu corazón?
—Ilusionado con este regreso, viviendo plenamente la maravilla de formar una familia. El último mes, Carlos y yo nos hemos visto sólo cuatro días, pero ha sido con Máximo, mi hijo, nuestro hijo, e intensamente. Vivimos de esos encuentros, de ver siempre lo mejor.
Se cuida físicamente Cecilia, aunque su vida no es un "spa", ni mucho menos. "Me casé embriagada de amor, pero sabiendo lo que hacía. Nos mantiene en la distancia el amor. Lo hemos pasado mal, pero hemos sobrevivido en el infierno".
Cerca hay un tiesto con orquídeas amarillas, su flor preferida; un libro abierto, "El pensamiento filosófico", de Jean Guition.
Me cuenta que toda la vida siempre quiso ser mayor de lo que era, que los años no cuentan. Carlos Menem es mayor que ella, treinta y cinco años. Y le digo que yo estaba cerca el día que se lanzó en paracaídas, sólo para contarlo en su programa en Chile.
—Tirarse al vacío es una decisión muy difícil, porque no tienes calculado lo que puede suceder después. Pero es el corazón lo que te impulsa.
—Como cuando te casaste con Menem.
—Sí, el tiempo pasa, pero nos mantiene el amor.
—Fuiste «Miss Universo» en el ochenta y siete, hace casi veinte años… Fuiste la mujer más bella del mundo, Cecilia.
—Nunca fui la mujer más hermosa del mundo, eso sí que lo tuve claro.
—Vale, ¿y ahora?
—Lo de ahora es mucho más importante, hoy soy la mejor madre del mundo. Va a peinarse de peluquería, luego posará hecha una reina en los jardines mediterráneos, ella, tan atlántica, con el sol al fondo. Pero dentro lleva el alma de una madre que le dio el pecho a su hijo los siete primeros meses de su vida, y el corazón a un viejo guerrero que le manda palomas mediáticas dos veces al día, como poco, desde el corazón de la batalla cotidiana. En verdad fue hermoso entrevistar a esta leyenda, en vivo y en directo, desnuda, en la entrevista, como los hijos de la mar.