Tanto es así que, según hemos podido saber, Sandra regaló recientemente a Ana un broche de brillantes y rubíes en forma de tortuga, que a ella le regaló en su día la infanta Beatriz y que antes perteneció a la Reina Victoria Eugenia. Detalle más significativo de una relación más cercana a la que mantienen ‘suegra’ y ’nuera’. Con o sin papeles de por medio, con o sin Alessandro, es lo que siente la una por la otra.
La amistad entre Ana y Alessandro No menos conocida es la gran amistad que une a Ana con el conde italiano. A pesar de que cada uno ha rehecho su vida por su lado, siempre se han apoyado y defendido en los momentos más delicados. Ana y Alessandro se han mantenido unidos por el bien de su hijo, y ya hace mucho que superaron sus diferencias para dar paso a una gran amistad que se ha consolidado con el tiempo.
Aunque estamos hablando de dos amigos, verán cómo tendrá recorrido mediático este reencuentro en los albores del verano. Presencias y ausencias en una fiesta que dará que hablar. Y que pensar.
Almuerzo familiar al día siguiente Después de ser agasajado por su madre con una gran fiesta, Alessandro Lecquio organizó un íntimo y familiar almuerzo para celebrar su cuarenta y cinco cumpleaños con su hijo, Alejandro. A la cita en un conocido restaurante madrileño acudió también Ana Obregón, de nuevo haciendo gala de la magnífica relación que mantienen y de la estrecha amistad que les une. Pero también de nuevo volvió a destacar la ausencia de la novia del conde italiano, María Palacios, que tampoco estuvo presente en la fiesta organizada el día anterior, en casa de la condesa viuda de la Maza, por la madre de Alessandro.
La que no se quiso perder la celebración fue precisamente Sandra Torlonia. Sandra disfruta de unos días en Madrid para reencontrarse con amigos y familiares, tal y como hace cada año. De hecho, cada vez que visita España se reúne con la que fuera pareja de su hijo, Ana Obregón, con quien mantiene una magnífica relación, como si de su nuera se tratara.
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