Paula Vázquez: 'He sufrido muchísimo por amor'

Por hola.com

Como una sofisticada Jane de nuestro tiempo. Así aparece en este reportaje Paula Vázquez, la popular presentadora del concurso «Aventura en Africa», emitido por Antena 3, que ha desplazado un equipo de 150 personas a ese continente. Simpática, natural y sincera, Paula se asoma al mágico balcón del Parque Nacional de Tsavo, entre Mombasa y Nairobi, su hogar desde hace casi dos meses y donde no ha ido precisamente de vacaciones. Mucho trabajo. Largos y diarios desplazamientos por difíciles caminos hasta el campamento de los concursantes. Preparar las conexiones con España, el resumen de cada tarde, las nominaciones... A veces tan sólo dos horas de sueño para Paula. Seis kilos menos de peso es el peaje. Hace un alto para posar con biquinis de la nueva colección que ha lanzado al mercado. Porque Paula también se ha hecho diseñadora.

¿Qué hace una gallega como tú en el corazón de Africa?
—Hacer amigos y trabajar muchas horas, pero feliz. Es como hacer un «master» de la vida. Todos los días aprendes de compañerismo, de convivencia, de televisión... Necesitaría una tarde entera para explicarte cómo funcionan aquí las cosas...
Lo siento, Paula, pero no la tenemos.
—Es tan distinto hacer televisión en estas circunstancias... Imagínate tu trabajo o el de cualquier persona, pero en un hotel con vistas a la sabana.
Efectivamente, no es lo mismo, como diría Alejandro Sanz.
—¡Suceden tantas cosas y tan intensas! Por ejemplo, conocer el trabajo de cualquier otro compañero con el que, aunque en Madrid sólo pases horas de plató, aquí convives. Puede ser un cámara, un técnico de sonido, el de las luces o una redactora, pero aquí además es tu vecino, para lo bueno y para lo malo. ¡Uf!, cómo creces aquí como persona...

'Me sigo haciendo a mí misma'
No pareces ser una mujer muy remilgada.
—Depende de lo que entiendas por remilgada. Es posible que sea más de campo que las amapolas, pero eso no está reñido con el pudor y el saber estar. Por otro lado, no soy nada escrupulosa ni hago miramientos a la hora de enfangarme hasta la barbilla, pero siempre dentro de un contexto.
Pareces una mujer hecha a ti misma.
—Y que me sigo haciendo.
Nadie te ha regalado nada, entonces.
—Claro que sí que lo han hecho.