Las fotografías exclusivas de la visita de Francisco Rivera a Eugenia durante su hospitalización

Por hola.com

Se trata de una pareja querida por la gente, aunque ya se sabe que hay amores que matan, las ganas por saber de ellos (con el consiguiente acoso mediático) en su calvario cotidiano. No obstante, haría falta mucho más que un tratado de psicología para entender algunas de sus reacciones en la cruzada por su derecho a la intimidad. Tal es el caso Rivera Ordóñez, que, paradójicamente, se niega a que se hable de su vida privada y concede una entrevista a la televisión en la que no precisamente habla de toros. O como cuando, contradictoriamente, pide que no se saquen imágenes de su hija y luego la exhibe al final de sus corridas en Ronda o la sitúa a sus pies en lo alto de una carroza de la cabalgata de Reyes.

Una alta cuota de sufrimiento
No hay que decir dónde estaban fijas todas las retinas y los objetivos. Evidentemente, tiene todo el derecho del mundo, pero no denota demasiada coherencia. Para pedir respeto también hay que hacerse respetar, y no hay nada mejor para ello que una alta dosis de sentido común. Entre tanto, sigue en el tintero el titular de la esperada reconciliación. Son de esas noticias que aguardan ansiosas entre las galeradas; pero al final quedan en la nevera de las revistas por «exceso de original» quizás no. Eugenia ya ha tenido una cuota muy alta de sufrimiento, que se agudizó este verano con el anuncio de una relación entre Carla Goyanes y su ex marido.

Ella asumió aquello como una traición. Ese dolor concentrado lo expulsó en forma de crisis de ansiedad, con visita al hospital incluida. Entonces, se lamió sola las heridas del corazón, que escuecen cuando te las aliñan públicamente con sal y vinagre. La condesa puso tierra de por medio, se fue a vivir a Madrid e intentó pasar hoja y cerrar capítulos de controversias, polémicas y escándalos.

’El es muy guapo’
Ahora, el episodio se repite. De nuevo Eugenia vuelve al hospital, pero allí no estaba Colate Vallejo-Nágera, el que hasta ahora era su novio y que logró que Eugenia volviera a sonreír. No se les ha vuelto a ver juntos. Por el contrario, quien reaparece es su marido. ¿Cuánto duran los amores en este laberinto? Más bien poco. En el precipitado final de la relación entre Eugenia y Colate influyó en parte que la duquesa de Alba siguiera siendo fiel a su candidato número uno: Rivera Ordóñez. Ella volvió a demostrar que el diestro es su preferido en la cabalgata de Triana, en la que Francisco envejeció muchos años para convertirse en Melchor. Entre todas las ovaciones populares destacó una, la de la duquesa de Alba, que desde un balcón mandaba bendiciones para su yerno y besos para su nieta. «Estaba muy guapo; él es muy guapo», dijo luego Cayetana Fitz-James.
>br> Una peculiar relación
Si nos centramos en el nuevo panorama, juntamos que, con la ruptura de Eugenia con Colate y los constantes desmentidos de la relación entre Francisco y Tita Astolfi, los milagros navideños han hecho el resto para que se entierre el hacha de guerra entre Francisco y Eugenia. Quizá sea todo un augurio en un año que mal comienza, pero que nadie, ni un viejo refrán, puede decir cómo va a acabar. Sobre todo, mientras ambos protagonistas sigan siendo marido y mujer y propiciando una especie de ceremonia de la confusión en la que la opinión pública anda ciertamente desorientada. ¿Están bien? ¿No se aguantan? ¿Quién es ése que sale ahora? ¿Una nueva amiga? ¿Otra vez juntos? Son demasiadas las incertidumbres que propicia esta peculiar relación entre Eugenia y Francisco.