Bautizo de Julia, la hija de Jesulín de Ubrique y María José Campanario

Por hola.com

No se trataba de un trance fácil en un día de alegría para alguien acostumbrado a lo difícil como es Jesús Janeiro, Jesulin de Ubrique. Era el deseo, el sentir de un hijo porque sus padres, separados y sin diálogo alguno entre ellos, estuvieran junto a su nieta Julia en el día del bautizo de la pequeña. La ceremonia, oficiada por el padre Manolo, amigo de la familia Janeiro, tuvo lugar en la capilla del Benamahoma ("hijos de Mahoma"), localidad no muy lejos de Ubrique, enclavada en la zona de reserva del parque natural Sierra de Grazalema ( Cádiz), donde los ocho siglos de presencia Arabe han marcado las señas de identidad de esta aldea que se refleja, no ya solo en su nombre, sino en su cultura y en la arquitectura de sus casas.

El torero y su esposa María José Campanario querían que el bautizo de su hija fuese lo más privado y familiar posible. Así, y para evitar cualquier tipo de aglomeración que pudiera desvirtuar ese carácter íntimo de la ceremonia, decidieron bautizar a su hija a las once y media de la noche del pasado sábado 28 de febrero.

Julia llevó el capote con el que su padre tomó la alternativa
Carmen , hermana de Jesús, y a Diego, tío materno de la niña, fueron los padrinos. Julia, de diez meses, llevaba el capote de paseo con el que su padre tomó la alternativa el 21 de septiembre de 1990 y que también utilizó su hermana Andrea cuando fue bautizada. La medalla y la pulsera de oro de Julia eran regalo de su bisabuelo materno, mientras que el traje de cristianar había sido cosa de las dos abuelas.

A la mañana siguiente reunión en " La Esparraguilla", preciosa finca bañada por el pantano denominado" de los hurones". Aperitivo y almuerzo al pie de los riscos azotados por un viento helado. Allí estaba Carmen Janeiro, siempre junto a su madre, una mujer alegre y simpática como nunca con su nuevo rostro tras la cirugía estética a la que se sometió hace unos meses. Reunión en " La Esparraguilla"
Durante el bautizo y la posterior celebración, Carmen no quiso jamás aparecer en ninguna foto en la que también estuviese su exmarido. Únicamente hubo dos excepciones y porque su presencia era del todo imprescindible: Una, en la vista general de la capilla donde aparecían todos y, otra, para la consabida foto familiar ante el altar al finalizar el bautizo.