Cayetano Rivera Ordónez debutará como novillero el próximo 12 de abril

Por hola.com
—¿Recuerdas cuándo te pusiste de niño ante una vaquilla? Porque te habrás puesto, ¿no?
—Me ponía mi padre. Me llevaba «a cabritos», es decir, en los hombros, mientras él toreaba a la vaquilla de turno. Ahí tenía que torear todo el mundo.
—Y ante una vaquilla tú solo, ¿cuándo?
—Yo creo que eso fue ya en casa de mi abuelo Antonio Ordóñez, en la finca «Los Tinajones», de Sevilla. Con mi padre, no recuerdo. Es que mi padre murió cuando yo tenía ocho años.
—Cuando un día tu hermano dice: «Voy a ser torero»; ¿tú, interiormente, dices: «Pues yo no»?
—Yo no digo nada, no van por ahí las cosas. Lo que recuerdo es que estábamos viviendo en Madrid, y antes de irse al campo con mi abuelo para prepararse, pues le hacía de toro a Francisco en el jardín de la casa. Esos fueron los primerísimos comienzos de mi hermano. Después ya inició su entrenamiento y su preparación en serio.
—Después, cuando tienes catorce, quince años, la gente te preguntaría, sin duda: «¿Tú por qué no eres también torero?».
—Sí, me lo preguntaron muchas veces. Yo decía que no, que ya había uno en la familia. Pero después hubo una época en que quería ir para adelante, pero quedó ahí la cosa.
—Te vas a estudiar a Suiza; después, a Los Angeles... Durante esos años no te habrás puesto delante de ninguna vaquilla, ¿no?
—Claro que me puse. Yo venía de vacaciones y me iba al campo y tentaba en casa de mi abuelo.
—Una curiosidad: si no hubiese dado primero el paso tu hermano Francisco, ¿lo hubieras dado tú?
—No. Ahora mismo no sabría qué decirte. Eso es hablar de lo que pudo haber sido y no fue; es pura hipótesis. No, no fue eso lo que me echó para atrás.
—¿El miedo, quizá?
—No, el miedo no.
—¿Es que no te da miedo ponerte delante de un toro?
—Hay un tipo de miedo a medias. Es decir, se trata de un miedo que tienes que controlar en el sentido de que, a la vez, te dé fuerza para que te vengas arriba. En el caso concreto de mi debut en Zahara, lo que siento es responsabilidad y muchas ganas de hacerlo bien. Ganas, sobre todo, de estar y de quedar, a poder ser, por encima de las expectativas. Pero miedo, no.