Blanca Cuesta

Por hola.com

Ya en la Universidad las cosas fueron cambiando. He estado dos veces en el Salón Gaudí; he hecho algún editorial de moda, llegan nuevas ofertas..., todo bien, muy bien. Además, hasta ahora he tenido la suerte de poder elegir siempre.
Siendo la pequeña de la familia, ¿has sido una niña mimada?
—Para nada. Es verdad que tanto mis padres como mis hermanos siempre me protegieron, pero no al punto de transformarme en una caprichosa o consentida. Afortunadamente, lo más importante es que me indicaron el camino enseñando las barreras inevitables entre lo bueno y lo malo, pero confiando totalmente en mí. Eso lo agradezco, porque estoy segura que la confianza hace todo. Yo puedo hablar tranquilamente con mi madre y sé que entiende mis dudas, temores, alegrías. En realidad, he tenido una infancia preciosa, de la que no me puedo quejar.
¿Qué recuerdos hay de esa época, Blanca?
—Muchos y tremendamente bonitos. Desde lo que he disfrutado con mis amigas en el colegio, los viajes con mi familia. Las navidades en Alemania. El olor de los bosques de pino y la nieve, los juegos con mi madre en los parques. Mis primeros esquís...,¡ah!,mi caniche «Rocky». El azul del Mediterráneo... Por suerte, tengo buena memoria y guardo muy buen recuerdo de todo lo que ha sido mi vida hasta ahora.
Con dos carreras sobre tus espaldas con otra de modelo prácticamente recién estrenada, ¿te has puesto a pensar por cuál te decantarás en el futuro?
—La verdad es que nunca me he planteado el mañana. Será porque prefiero vivir intensamente el hoy. Mis metas son a corto plazo, a medida que las alcanzo me voy dando por satisfecha. Ahora mismo tengo varios proyectos que estoy valorando y me entusiasman. Mi madre tiene muchísima razón cuando dice que intento abarcar demasiado..., tanto que me pregunto por qué no estudiar una nueva carrera,y en eso estoy.
¿Qué miedos asaltan a Blanca Cuesta y que hasta ahora han sido inconfesables?
—En general, soy una persona muy optimista, que apuesta por la vida, valora el estar con una familia irrepetible, rodeada de gente, sentirte querida por la persona que amas. Quizá por eso mi único miedo sea a la soledad.