La Navidad de los sextillizos de Huelva en su sexto cumpleaños

Por hola.com

Hay mucho jaleo en casa, pero un alboroto controlado, y también lógico, por otra parte, si se tiene en cuenta que en el interior de esta vivienda de la localidad onubense de Bollullos del Condado viven siete niños con sus padres. Seis tienen la misma edad: seis años recién cumplidos. Su hermana mayor, Miriam, ocho. Hablamos de los populares sextillizos de Huelva. Su madre, Rosario Clavijo, es quien habla.

—¿Cómo están los niños?
—Con sus seis años recién cumplidos.
—Ya estarán más tranquilos.
—Bueno,los problemas van cambiando.
—¿Cuáles son ahora los problemas?
—Son guerreros.Se pelean mucho entre ellos. A lo mejor están viendo una serie de dibujos animados y llega otro que es más espabilado y cambia de canal. Los llantos, los empujones...,todo es algo normal.
—Pero alguien te ayudará todavía.
—Estoy sola. Únicamente viene una chica una vez a la semana y está en casa cinco horas. Hace lo que es el cuerpo de casa. Me echa una mano, aunque el día a día lo estoy intentando llevar yo, pero con mucha carrera.
—¿Qué pasa, que no encuentras a nadie que te ayude?
—Ya vamos teniendo un poco más de independencia. Mi hija Miriam, la mayor, me trae el pan por las mañanas y se hace su cama, lo mismo que sus hermanos, aunque más malamente.
—No me dirás que con seis años ya se hacen sus camas, Chari.
—Bueno, estoy en ello. Pero, como te decía, lo hacen malamente.
—Sí,bueno, pero el caso es que la hacen.
—Sí, sí. Luego voy yo detrás arreglando un poco. También comen solos. Como te decía, no es la vigilancia de antes. Ya no corren peligro de enchufes y todas esas cosas, lo que no quiere decir que no haya que tener cuidado con ellos.

«UN POQUITO ANTES DE LAS OCHO DE LA MAÑANA»
—¿A qué hora comienza el día para ti, Chari?
—Un poquito antes de las ocho de la mañana. Y ya no paro. Preparar ropa, las camas, vestirles... Aunque ya se visten solos, yo tengo que estar delante, porque a lo mejor llega la hora del colegio y uno está, por ejemplo, sin ponerse los zapatos. Mi madre sí me echa una mano a esas horas. Luego, los desayunos, las habitaciones... Cuando los niños se van al colegio, yo me quedo en casa con la compra, las lavadoras...
—Digo que los biberones ya pasaron a mejor vida.
—Sí, y eso también es una gran ventaja.