Álvaro de Marichalar ya viaja rumbo América. Tras días de preparativos en Las Palmas de Gran Canaria, donde se ha tenido que enfrentar a duros contratiempos como el robo del material logístico de su barco de apoyo, el navarro navega dispuesto a establecer un nuevo récord del mundo, el que sería el segundo de su Travesía.
Llegar a Miami es el objetivo. Veinticinco los días que Álvaro cree tardará en conseguir el gran reto. Viaja de pie sobre su embarcación de 2,5 metros de eslora y ya ha comenzado a dormir en una balsa acuática.
La balsa para dormir En medio del mar, el aventurero descansa, tras las duras jornadas de navegación, en una balsa Class Ocean elaborada con un tejido de gran resistencia. La balsa dispone de un fondo de fibra, dos cámaras de flotabilidad, una cubierta de aluminio protectora contra la hipotermia, un toldo aislante e incluso energía eléctrica suministrada por un panel solar.
Para mantener a los tiburones lejos del navegante mientras duerme, el acuario de Barcelona le ha proporcionado un dispositivo electrónico emisor de ultrasonidos creado por el doctor Gruber de la Universidad de Miami.
El barco de apoyo le proporciona alimentos El catamarán supone para Álvaro un apoyo indispensable en su expedición. Cada cinco horas, el viajero se acerca al barco para reponer combustible a su moto y para comer algo. Barritas, bebidas energéticas y bocadillos son los alimentos que componen la dieta de Álvaro en alta mar.
El hermano del duque de Lugo lleva ya cuatro días en el Atlántico y, según hemos podido saber a través de los tripulantes del catamarán, de momento la mar está en buen estado y el viaje marcha sin contratiempos.
La próxima vez que Álvaro pise tierra será cuando llegue a la Isla de la Antigua. Desde allí, navegará a los largo de Las Antillas, pasando por Saint Barts, Islas Vírgenes, Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba. La travesía concluirá cuando el aventurero llegue a Miami, donde verá cumplido su gran sueño de navegante.
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