Psicología

Comprar tres o cuatro décimos de lotería es normal, pero si te pasas es que algo falla

Comprar lotería o soñar con que nos toque el Gordo es normal porque nos mueve la ilusión. Participamos de un movimiento social y nos dejamos llevar por el pensamiento mágico. Pero si nos pasamos, gastamos más o nos obsesionamos, podríamos tener un problema.

Por hola.com

¿Crees que te va a tocar el Gordo de la Navidad? Tómate unos segundos para meditarlo. ¿Por qué tienes que ser tú el afortunado? Y es que la probabilidad de que te toque el Gordo es de 1 entre 100.000. La opción de ganar algún premio sube un poquito aunque sigue siendo reducida: un 5%. En cambio, tienes un 85% de probabilidad de quedarte sin nada.  

Aún así, seguimos y seguiremos jugando a la lotería. Y en el momento del sorteo, estaremos pegados al transistor, la televisión o Internet para averiguar si nuestro número ha salido agraciado. ¿Quién es el responsable de que sigamos conservando la ilusión aunque nuestras posibilidades sean remotas? El cerebro y sobre todo, nuestro cerebro social.

Compramos porque somos sociales

El cerebro del ser humano ha evolucionado para estar en sociedad y participar de los eventos que se produzcan en su entorno. "Como seres sociales que somos, jugar a la lotería en Navidad es una manera más de estar en consonancia con lo que hace aproximadamente el 100% de la sociedad en la que vivimos, y que nos venden en el anuncio de lotería de televisión. Por  otro lado, puede ser razonable, aunque sea una lógica muy remota, pensar que podemos ganarla y que seamos ese 1 entre 100.000", señala Pablo Duque, neuropsicólogo y Vocal del Grupo de Estudio de Neuropsicología de la Sociedad Española de Neurología.

Así, en general, jugamos para mantener esa ilusión y compartirla con nuestros familiares y amigos. Aunque, ¿por qué seguimos pensando que vamos a ganar y nos va a cambiar la vida si ya sabemos que es prácticamente imposible? 

Nos contagia la ilusión colectiva

En general, el cerebro es nuestro aliado para tomar las decisiones correctas (o al menos, las que consideramos más acertadas) a lo largo de nuestra vida. Pero en ocasiones se producen sesgos cognitivos (alteraciones en la percepción) que nos hacen optar por caminos que pueden resultar irracionales a juicio de los demás. 

En la lotería, sin embargo, nos vemos todos abocados en una especie de 'efecto arrastre'  y caemos  en la misma creencia, aunque sepamos que es errónea. Juegan un papel importante los medios de comunicación que difunden las imágenes de los agraciados, ignorando los millones de personas que no han ganado nada" recuerda el psicólogo Emilio Bravo, miembro de Topdoctors y presidente de la Sociedad de Hipnosis Clínica y Profesionales de la Salud. Pensamos que al igual que otras personas han sido premiadas, nosotros también podemos ser los afortunados. 

También existe el miedo a no comprar si todos nuestros compañeros han jugado a un mismo número. Sería muy frustrante que ganaran y nosotros no, ¿verdad?

Pensamiento mágico, el tercer jugador

El pensamiento mágico es otro de los implicados en este juego. Se define como aquel que intenta encontrar una causa-efecto entre hechos que no tienen ninguna conexión. Por ejemplo: he soñado con el número que va a tocar. Tengo que encontrarlo a toda costa. "También nos juega malas pasadas como tener que comprar en un bar o restaurante ese un billete de lotería porque ha entrado un señor diciéndonos que nos va a tocar el Gordo. Y aunque nos resistamos, lo creemos", añade Pablo Duque. 

"Este pensamiento mágico lo tenemos todos. De hecho, está inculcado desde la infancia. ¿Quién no ha deshojado una margarita y ha creído que la flor tiene la verdad sobre los sentimientos de otra persona? También hay determinados políticos que llevan una corbata en momentos relevantes porque les hace sentir más seguros", indica Emilio Bravo. "Los deportistas son profesionales muy dados a la superstición y no es extraño verles con algún objeto o prenda que piensan que les va a dar suerte", añade. 

Pero es bueno tener ilusión, aunque de forma razonable y moderada. Por ejemplo, "cuando compremos lotería es conveniente que tengamos presente que no nos va a tocar y que el dinero que hemos invertido, lo vamos a perder ya que la probabilidad de que sea así es mayor", señala.  Aún así, no pasa nada porque juguemos un par o tres de décimos, que está dentro de la media y es una tradición. Ahora bien, sin obsesionarse y sin que exceda nuestras posibilidades. "Todo aquello que no se controle puede ser una adicción u otro problema psicológico", advierte.

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Si gastas demasiado, puede ser un problema

Saber si se tiene un problema o no dependerá de su frecuencia o de cómo afecta a nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, el pensamiento mágico está muy asociado con la necesidad de control, así como con la inseguridad o las situaciones de ansiedad o estrés. Cuando una persona se siente amenazada, suele generar un discurso, a veces irracional, en el que intenta buscar respuestas para entender lo que le ocurre. 

También está muy presente en problemas como el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). "Las personas que lo padecen tienden a comprobar varias veces si han cerrado una puerta o toman determinado camino porque si no lo hacen piensan que van a desatar un desastre. Si lo trasladamos a la lotería, podríamos pensar que hay algún problema si la persona experimenta síntomas de ansiedad si no consigue el número que quiere, se obsesiona y hace lo imposible para adquirirlo o si se gasta más dinero del que tiene y juega constantemente (entonces podríamos sospechar que existe una ludopatía)", señala el especialista. En esos casos, y si no hay un diagnóstico previo, sería conveniente consultar al médico.

Cabe mencionar también que hay algunos individuos que sufren problemas en el lóbulo frontal del cerebro."Estos tienden a realizar conductas de riesgo y a buscar la recompensa inmediata. En estos casos pueden jugar cantidades de dinero que no tienen o a arriesgar más de lo debido para obtener esa recompensa", añade.

Problemas aparte, lo que nos mueve, generalmente, es la ilusión por ganar, aunque sepamos que es una fantasía. Y al llegar al final de este artículo quizá ya lo sepamos. Si hemos sido los afortunados, ¡qué dicha! Pero ojo, ésta no dura para siempre. Los estudios realizados indican que el dinero sí da la felicidad pero que, tras la euforía inicial, se vuelve al estado previo antes de ganar el premio. Así que, si te toca, enhorabuena pero contente. Y si no, alégrate, porque tienes salud.