Más allá de las hormonas implicadas hay factores que incrementan el riesgo de cardiopatías y la inflamación: estos comprenden el estilo de vida, la falta de nutrientes esenciales, la edad, toxinas medioambientales, factores genéticos o hereditarios, la hipertensión, ácido úrico elevado, el tabaquismo, el colesterol-triglicéridos elevados, los sofocos, la obesidad, el sedentarismo y la diabetes.
Es fundamental realizar ejercicio, llevar una dieta saludable y seguir hábitos de vida saludable para evitar los problemas cardivasculares que se derivan del descenso del nivel de estrógenos.